2019, el año de los mil líos (1)
Los partidos políticos, en plena reconversión (o liquidación)
Fernando Jáuregui
Me pide una publicación extranjera un resumen de lo que ha sido el año 2019 en la política española y una proyección sobre lo que ocurrirá en 2020. Seiscientas palabras para publicar el 8 de enero. Les respondo que son pocas palabras para calibrar tanto lío, tanta paradoja, tantas cuestiones sin sentido, como han ocurrido en el año que ahora termina, del que deberíamos aprender para no repetirlo jamás. Y les digo que, de aquí al 8 de enero, pueden haber ocurrido muchas cosas que en este momento desconocen hasta los principales actores; imaginad, les dije para su desconcierto, que el propio jefe del Estado, el Rey, se vió forzado a pronunciar su mensaje navideño anual sin saber si al día siguiente se iba o no a convocar la sesión de investidura de Pedro Sánchez al frente de un Gobierno apoyado por los republicanos. Y que, por cierto, el propio Sánchez tampoco sabe en este cuarto de hora con precisión qué futuro le aguarda, nos aguarda…
Por eso me decido a iniciar aquí un recorrido, algo más completo que lo que he tenido que enviar a la publicación extranjera, sobre los principales aspectos que nos cambiarán, si es que no la han cambiado ya, la vida política en los años que vienen, que son movimientos telúricos que no se iniciaron, pero se agravaron, en 2019. El año de los mil líos.
He de fijarme, en primer lugar, en un aspecto quizá menos abordado, pero a mi juicio muy importante: la reconversión que se está experimentando en los partidos políticos, probablemente incluso en contra de la voluntad de esos partidos. El socialista que ahora ejerce el gobierno en funciones ha relegado hasta el olvido a los órganos de dirección (comité federal, comité ejecutivo) en aras de una actuación más unipersonal del secretario general y presidente del Gobierno en funciones y de sus escasas gentes de total confianza (Abalos, Adriana Lastra), que son, además, quienes negocian en secreto, y reportando solamente al ‘jefe’, un acuerdo de investidura con el independentismo catalán. Naturalmente, esto supone completar el giro ya iniciado con la victoria de Sánchez en las elecciones internas del PSOE, que marginó por completo la antigua concepción del partido fundado en 1879 por Pablo Iglesias (Posse, naturalmente). Hoy, el PSOE es una formación que admite interrogantes sobre su futuro, aunque sea el más votado.
En el Partido Popular se ha experimentado una transformación no menor, aunque menos clamorosa. La victoria en primarias de Pablo Casado frente a Soraya Sáez de Santamaría para sustituir a Mariano Rajoy significó un rejuvenecimiento’ del partido y un fortalecimiento si cabe aún mayor del liderazgo unipersonal, aunque en este caso manteniéndose la vigencia de los organismos colectivos de dirección.
Sospecho que las polémicas soterradas con los ‘barones’ más importantes (Núñez Feijoo, Mañueco, Moreno y la propia Díaz Ayuso) en torno al rumbo a tomar han sido más profundas de lo que parece. Conviene insistir en que la propia y discutida portavoz parlamentaria, Alvarez de Toledo, sugirió, como los anteriormente citados, la conveniencia de acercarse al PSOE para facilitar su investidura, con contrapartidas, a cambio de olvidar tentaciones de acercamiento a independentistas y a Unidas Podemos. Todos, en el PP, miran, claro está, más que de reojo a la no muy deseada compañía/rivalidad de Vox, que ha sido la gran novedad partidaria este año. Y también miran al ejemplo del hundimiento de Ciudadanos gracias a una estrategia pertinazmente equivocada del desaparecido Albert Rivera; ahora se trata de incorporar cuanto antes a las filas ‘populares’ a la mayor cantidad posible de náufragos de la formación ‘naranja’, comenzando quizá por la propia Inés Arrimadas. Veremos.
Unidas Podemos ha sido, con todo, el partido que ha experimentado mayores tensiones internas, no siempre evidenciadas en los medios de comunicación. Pablo Iglesias ha visto reforzado su liderazgo con los pobres resultados electorales obtenidos por Iñigo Errejón y su Más País, pesa a que ‘los morados’ se dejaron siete escaños en las elecciones del 10 de noviembre. Y una de las grandes paradojas del año: Iglesias, pese al descenso electoral, pese a lo prometido por Sánchez antes de las elecciones, se encontró súbitamente beneficiado con un pacto con el PSOE que le puede suponer la vicepresidencia del Gobierno y tres puestos en el Consejo de Ministros, uno de ellos para su propia pareja sentimental, Irene Montero, ascendida a ‘número dos’ del partido.
Lo demás se resume en un Parlamento fragmentado, en el Esquerra republicana de Catalunya tendrá un papel predominante gracias su indudable éxito electoral y a la fuerza que le da ser el negociador que puede garantizar una inestable estabilidad para el nuevo Ejecutivo central de Sánchez, si es que finalmente se llega a ello, que es algo que veremos en los días inminentes. Claro que sobre esto, que es tan importante, habremos de explayarnos en los días sucesivos, que van a ser de enorme agitación política.
fjauregui@educa2020.es
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