El ‘malvado Rubalcaba’


Al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo quieren como ‘el malvado Rubalcaba’ en algunos ambientes, muchos de ellos ligados al principal partido de la oposición. Uno de sus principales portavoces oficiales, Esteban González Pons, ha salido a los medios para, ante el micrófono, acusar al Ministerio del Interior de urdir una maniobra política en torno a la detención del presidente de la Diputación de Alicante, José Joaquín Ripoll, destacado militante del PP en la Comunidad Valenciana y políticamente enfrentado a su correligionario el presidente de la Generalitat, Francisco Camps. “Una acción propagandística y política” de este Ministerio fue, según el PP, la detención, no ordenada por el juez, de Ripoll, acusado de presunta corrupción en la contrata de las limpiezas de basuras de Orihuela.

“Hay una persecución de Interior contra nuestro partido, con detenciones propias de las dictaduras”, llegó a decir, en las últimas horas, nada menos que la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, quien, hace menos de un año, protagonizó una notable polémica al decir en una entrevista periodística que los servicios policiales espiaban los teléfonos de dirigentes del PP. No ofreció entonces las pruebas suficientes y la principal formación de la oposición tuvo que ensayar una discreta marcha atrás. Tampoco ahora se ofrecen pruebas irrefutables de que la de Ripoll sea una ‘detención política’, aunque sí haya indicios de que la policía que acudió al domicilio del presidente de la Diputación alicantina para detenerlo, en pijama y a las ocho de la mañana, acaso se excedió en sus funciones.
Pero una cosa es una cosa y otra, la otra, como decía el clásico. Dudo mucho, la verdad, de que ‘el malvado Rubalcaba’ haya instigado esta operación, y menos aún creo que lo haya hecho, como aventuran algunos medios cercanos a los ‘populares’, para distraer la atención –como si fuese posible, a estas alturas– de la situación económica y alejarla del debate sobre el estado de la nación. A este paso, acabaremos achacando a la perfidia del ministro del Interior los buenos resultados de la selección española de fútbol, como un intento de alejar de los titulares las malas noticias económicas. Rubalcaba, perfil sin duda maquivélico, me parece, sin embargo, que no da para tanto…al menos hasta que se demuestre fehacientemente, lejos de conjeturas y reparto de basuras, lo contrario.

Ahora bien, hay que convenir que, en España, la ‘pena de telediario’, lo que se llama ‘pena infamante’, es un vicio demasiado extendido. Se conduce, policial o/y judicialmente, con excesiva alegría a un imputado a los calabozos, tantas veces con esposas y cámaras de televisión reflejando el acontecimiento. Ocurrió el verano pasado en Palma de Mallorca, en el ‘caso Palma Arena’, ocurrió más tarde con el ‘caso Millet’ y sus derivados en Cataluña y casi se ha reproducido el caso –sin esposas, eso sí—en Alicante: ha habido para todos los gustos y para todos los colores políticos.

Desconozco el grado de implicación que el señor Ripoll tenga o no en el feo asunto de la contrata de los servicios de limpieza en Orihuela, pero creo que nada tiene que ver con la lucha contra la corrupción airear que alguien ha sido detenido con espectacularidad por la policía para que luego se arme la escandalera que se ha montado: una ‘retención’ de diez horas para un interrogatorio de diez minutos y…a la calle con el detenido, perdón retenido, al parecer sin cargos, ni fianza, ni explicaciones y con un juez indignado por cómo se ha conducido el caso por los servicios policiales. No me extraña, aunque también me inquiete, que el PP haya aprovechado la ocasión para disparar, tenga o no munición, contra el ministro mejor valorado del tambaleante Gobierno de Zapatero.

Espero que nadie piense que defiendo a presuntos o reales corruptos: nada me parece peor que aprovecharse de un cargo público en beneficio del bolsillo propio. Pero son delitos contemplados en el Código Penal, que tienen su castigo una vez juzgados. No antes, ni con esa ‘pena infamante’ –no prevista en código alguno– que recae también indirectamente sobre cónyuges, padres, hijos, amigos y hasta vecinos. Una pena que me parece más una lotería, increíblemente aceptada por jueces, políticos –cuando las bombas no les caen cerca, desde luego–, policías y hasta por la opinión pública, que un propósito predeterminado de un Gobierno que bastante tiene con salvarse a sí mismo. Un Gobierno al que juzgo, pese a las indudables capacidades dicen que diabólicas de Rubalcaba, ya incapaz de trazar estrategias que vayan más allá del ‘kit’ de supervivencia: están perdidos y no serán ni el ‘caso Ripoll’ ni ‘la roja’ quienes les salven.

15 respuestas

  1. Acabo de oír a don Importante GlezPons, un hombre lleno de lugares comunes y capaz de soliviantar a tirios y troyanos con sus soflamas populacheras. Acusar a un gobierno como lo ha hecho no puede quedar impune, pero quedará.

    Don Importante debería demostrar sustantivamente lo que dice, cosa que no hará, o ser procesado por difamación, cosa que tampoco ocurrirá.

    Este chico GlezPons no-me-miro-más-al-espejo-porque-más-no-se puede es un buen ejemplo del político que suelo deplorar en estas líneas: mal preparado, tramposo y pasota. No repara en abusar de los micros para sus diatribas que tanto gustan a la derecha más extrema de su partido y que tanto abochornan a mi padre, un hombre cabal de derechas. A pesar de ser doctor en derecho constitucional, GlezPons no parece haber entendido los títulos I, IV y V de nuestra carta magna.

    En fin, es una estrategia digna de nosotros, los votantes que dejamos resquicios para que los políticos nos engañen y, en consecuencia, acaban engañándonos. En lugar de centrarnos en lo sustancial -la de o retención de JJR-tiene que desviar el tiro a la primera diana que se le ocurre a él -con acierto, a qué negarlo- le dará titulares y alejará el foco de la noticia. Pero lo que sea, sonará.

    En cuanto a la pena de telediario, por Dios, es una etiqueta brillante que creo que se inventó la listísima Soraya Sáez de Santamaría, pero es solo un espejismo.

    En primer lugar, que a un detenido se le espose es solamente una cuestión de seguridad para la policía y para el propio detenido -puedes preguntar a cualquier amigo poli que tengas-, las esposas no significan nada más allá de demostrar que la policía existe y que su trabajo es serio.

    En segundo lugar, que la prensa informe con mayor o menor carroñería no es discutible en un estado de dercho; es lo que hay y, aún más, es lo que tiene que haber para mantener nuestros derechos constitucionales a una información veraz y a la libertad de expresión.

    Te recuerdo, Fernando, que hemos visto a Madoff esposado, por poner un ejemplo paradigmático. Miremos a nuestro alrededor, estamos rodeados de un porcentaje muy alto de políticos corruptos o relacionados con corruptelas y solo se nos ocurre quejarnos de que retransmiten por la tele el trabajo policial y fiscal anticorrupción. Me resulta imposible tragarme esta rueda de molino.

    Mi abuela, la sabia, me dijo un día cuando era adolescente: «trabaja, duro, triunfa si puedes, sé honesto siempre y no salgas en los papeles». Para mi abuela, salir en los periódicos era señal de que estabas haciendo algo malo.

  2. Y venga balones fuera y venga prebenda jugosa que donde hay que tapar se tapa y donde comen tres bien hay para comer cuatro.Pero vamos a ver : no está diciendo con claridad el Juez y la Fsicalía que no tiene información de la
    detención?. Es que acaso no ha sido una detención?. Es que no decía esa papelina de interior que este Sr. estaba imputado?, Imputado por quien?. Pero por que defiende Ud a un Ministerio ocupado por el Sr Fouchet?,que es Ud cómplice?.

  3. A Pascua:
    Creo que eres un poco injusto con G. Pons, aunque cierto es que últimamente, en fin, se nos está desmadrando un poco. Pero creo que tu comentario merece mucha más atenci´çon que un par de líneas. Así que me lo pienso y vamos a ello…
    Gracias y un saludo

  4. A Berilio:
    defiendo la presunción de inocencia y no las tesis conspiratorias permanentes.
    Otrosí: ya quisiera el Sr.Rubalcaba, puestos a ser malos, ser Fouchet.
    Otrosí: ¿Cómplice? Dios mío…

  5. De cómplice a cómplice:

    es verdad, he «dejado» que se me vea el plumero con Glez Pons. Quitemos las adjetivaciones y quedémonos con lo sustantivo: es un agitador profesional que prefiere el populismo vulgar y barato, acaso rentable, a ejercer su labor con profesionalidad y hasta con pedagogía. El problema de esta actitud es que se acaba diciendo barbaridades, siendo muy superficial y actuando con una cierta forma de «mamporrerismo» que mata el diálogo y exacerba las bajas pasiones políticas.

    Espero tu comentario en cualquier caso.

  6. Me postulo a mí mismo como nuevo Ministro del Interior

  7. Bueno, pues al final Ripoll sí declaró como imputado ayer. Así por encima (bastante tengo con mis expedientes como para estudiar aquellos en los que no soy parte), parece que el único exceso procedimental de la Policía ha sido una cuestión menor: arrogarse la potestad de citación del detenido ante el Juzgado. Eso sólo puede hacerlo con el imputado no detenido en los juicios rápidos. en los demás casos, o lo deja en libertad a la espera de ser citado por el propio Juzgado o lo pone a disposición judicial en el plazo máximo de setenta y dos horas. Por lo demás El País ya hace referencia a un auto del Juez que, al parecer, autoriza las detenciones.

    Me llama poderosamente la atención que el fiscal haya pedido prisión provisional eludible bajo fianza de 500.000 euros y el juez disponga su libertad provisional sin fianza. Les aseguro que es muy rara una discrepancia entre Juez y fiscal de este calibre. si el fiscal pide medidas cautelares el instructor suele hacerle caso, al menos en parte. El País, ciertamente sin relacionarlo con esta decisión, se apresura a trazar el perfil del magistrado como hombre de ideología conservadora y acomodaticio y dócil con el poder institucional. Ya estamos con que la abuela fuma. Ni se contempla la posibilidad de que desdeñe las cautelares por excesivas o desproporcionadas para los indicios que observa ni se concede a su señoría el beneficio de la duda en cuanto a su buen hacer e independencia, ni mucho menos que la fiscalía se haya pasado cuatro pueblos, claro. Es más importante ir preparando el próximo mojón y el objetivo contra el que lanzarlo.

  8. Avatar de Para Fernando Jáuregui
    Para Fernando Jáuregui

    Señor Jáuregui, me gustaría leer algún comentario suyo referente al artículo que escribió hace unos días Iñaki Anasagasti en este periódico sobre la mediocridad actual del periodismo parlamentario. Yo comparto muchas de las opiniones que Anasagasti vierte en el artículo, y me gustaría saber si usted se siente aludido y cómo ve la situación. Gracias.

  9. Avatar de Para Fernando Jáuregui, sobre la presunción de inocencia
    Para Fernando Jáuregui, sobre la presunción de inocencia

    Creo que apelar a la presunción de inocencia, como hacen Fernando Jáuregui o Rajoy, es una manera muy hábil de escurrir el bulto sobre una cuestión muy elemental que parece que a algunos les cuesta mucho entender (o que quizá sí entienden, pero miran para otro lado), y que, por cierto, José María Aznar tenía muy clara: la distinción entre responsabilidades políticas y responsabilidades penales. En cuanto a un político se le acusa de algo, debe dimitir inmediatamente hasta que se aclaren todas las sospechas. Posteriormente, si esa persona no es condenada, podrá volver a la actividad política con total normalidad. Pero, mientras tanto, fuera de la vida política. Eso de tener en la Comunidad Valenciana a varios imputados paseándose tan frescos por las calles y por los despachos (como Camps o Fabra, entre otros) es impropio de una democracia digna de tal nombre. Si no entendemos esto tan sencillo, apaga y vámonos.

  10. A César:

    Buena reflexión, solo me da pena que el ruido que podamos hacer en un foro como este para dar a conocer la justeza de la realidad sea apenas una gota en el océano de los gritos lastimeros de quienes prefieren no ver la suciedad que les/nos circunda.

    En cuanto al instructor de jaez conservador, por lo que sé la mayoría de jueces es así. Quizás sería hora ya de abrir las puertas, incrementar en 2x ó 3x el número de jueces y ver como, ante el aluvión, el conservadurismo se diluye como un azucarillo. En realidad, algo parecido a lo que hiciera Felipe Glez con los militares allá por los primeros 80.

  11. Avatar de Para Fernando Jáuregui, sobre la presunción de inocencia
    Para Fernando Jáuregui, sobre la presunción de inocencia

    Creo que no hay ninguna razón para censurar mi comentario anterior, porque no he insultado a nadie. Únicamente le pedía al señor Jáuregui una opinión sobre el estado actual del periodismo parlamentario en España y sobre el artículo que Iñaki Anasagasti ha publicado en este periódico relativo a esa cuestión. Espero que la censura de mi comentario anterior no sea para evitar reconocer fallos o carencias en el desempeño de la tarea que realizan algunas personas.

  12. A todos:
    Me duele este debate cainita establecido sobre meros supuestos y con artillería partidaria. Acusar, así sin más como han hecho G.Pons y Cospedal, de detenciones políticas «como en la dictadura», es tremendo. Yo estoy en contra de la ‘pena de telediario’, pero se le ha impuesto a mucha gente de todos los colores políticos. Me parece que lo que empieza a hacer falta es instaurar modos más democráticos en la manera de proceder de ciertos sectores policiales y judiciales para asegurar las garantías de un imputado.
    En fin, aquí los que escribimos somos, al menos, cómplices en la moderación y en el gusto por el debate. Que es ya mucho.
    Gracias todos por ello y un saludo muy cordial.

  13. A ‘Para Fernando Jáuregui’:

    Que no, joder, que no aquí no se censura a nadie. Lo que sí hay es una pésima administración y un administrador poco diligente, o pluriempleado. Lo siento mucho, de verdad.

    Por cierto, y sobre el artículo de Abasagasti: pocas veces estoy de acuerdo con él, aunque sea colaborador y, en cierto modo, amigo desde la distancia. Pero tiene razón casi de la cruz a la raya en lo que dice. Mi opinión sobre el estado actual del periodismo español, parlamentario y extraparlamentario, es altamente crítica y no pocas veces autocrítica. Tengo, tenemos, mucho que reflexionar.

  14. Avatar de Yo estoy con Revilla
    Yo estoy con Revilla

    Dice Miguel Ángel Revilla que habría que sacar a todos los políticos implicados en casos de corrupción esposados y con las cámaras de televisión enfocándoles para el telediario. No se puede ser más claro, y yo estoy totalmente de acuerdo con él. Me parece de un cinismo tremendo el hecho de que a algunos políticos, y también a algunos periodistas que les apoyan, no les importe estar metidos en el fango de la corrupción, sino el hecho de no salir en el telediario. O sea, dicho en román paladino, «roba, pero que no te saquen en el telediario». ¡En qué mierda de país vivimos!

  15. Amén a casi todo, Fernando, empezando por lo del debate cainita.

    GlezPons en 7 días y Cospedal hacen mal su trabajo cuando incitan a las + bajas pasiones políticas con acusaciones como las que nos concitan aquí. Hay un factor de responsabilidad pedagógica en la política y estos dos personajes sin talla ni relevancia política no tienen idea de lo que hablo.

    Hacen mal también todos los que, cuando la corrupción o cualquier comportamiento reprobable recae sobre sus conmilitones, se sienten acusados personalmente. Es algo que siempre me ha maravillado del carácter español -eso y la vergüenza ajena, spanish shame según los anglos- y que solamente nos lleva a enfrentarnos los cercanos por culpa de los lejanos. Mis suegros, muy de derechas, pero mucho, se ven obligados a defender a Fabra, a Camps, a Bárcenas… y cuando se les acaban los argumentos, entonces me dicen «¿y que los tuyos? Ahí están Filesa, Rafael Vera, Barrionuevo…» Pocas veces me doy por aludido. En primer lugar, porque creo que un delito es un delito, lo cometan unos o lo cometan otros. En segundo lugar porque creo que si otro se comporta de manera inaceptable es su problema, no el mío aunque sea de los míos, y denosto su comportamiento y me kago en sus muelas si es menester. Y en tercer lugar, porque la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

    En cuanto a la perla de la pena de telediario, ajo, agua y resina. No haber delinquido, o no ser sospechoso de delincuencia, o haber elegido bibliotecario en vez de político. No vamos a subvertir el ordo naturalis solo porque nos dé pena ver esposado a alguien sin greñas ni tatuajes y con una dentadura perfecta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *