¡A la mierda!

A todos nos saldría del alma gritar “¡a la mierda!” en momentos solemnes y desde tribunas ilustres, que todos puedan escuchar. Gritaríamos “¡ a la mierda!” a quienes no nos dejan hablar, a quienes deforman sus y nuestros argumentos, a los totalitarios, a los intransigentes, a los diputados culiparlantes, a los siseñores perpetuos. No, no es fácil gritar, con un micrófono abierto (ni siquiera cerrado) “¡a la mierda!”, ni llamar “gilipollas” a quien pretende no dejarnos hablar. Hay que ser muy independiente, bastante cascarrabias, enormemente libre, descarnadamente sincero, para mandar a la mierda a un auditorio, cualificado o no, ante las cámaras de la tele o no.

[tele=http://www.diariocritico.com/tv/video/9447/video-labordeta-canta-adios-fallece.html]

José Antonio Labordeta lo hizo. Y ese será, como él quiso, su epitafio. Mandó a la mierda muchas cosas que todos hubiéramos querido, y no lo hicimos, mandar a la mierda, a hacer puñetas, al carajo. Por eso, Labordeta con quien tantas veces compartí risas cómplices y sarcasmos en los pasillos del Congreso, era el mejor de todos nosotros. Vaya si le vamos a echar de menos en esos empobrecidos pasillos. No sentía tanto dolor desde la muerte de Delibes, que también nos enriqueció tanto. Aunque no nos mandase a la mierda.

3 respuestas

  1. Hoy te dedico un verso
    amor de ripio al poeta
    te nos abriste, entero,
    José Antonio Labordeta,

    Que no es falta de respeto
    dedicarte este poema,
    como mi agradecimiento,
    yo solo soy Malatesta

    mas he llorado al saberlo,
    te nos moriste, qué pena,
    como yo, un hombre entero,
    con pinta de jubileta

    –te llamaban el abuelo
    pero te amaban las nietas–

    te nos vas por el sendero
    de aquellos que huella dejan,
    cantante, andador, maestro,
    José Antonio Labordeta,
    tú, que tuviste huevos
    pa mandarlos a la mierda

  2. Avatar de Uno de los progres
    Uno de los progres

    Amén …

  3. Ha muerto Labordeta. Por encima de las ideologías políticas está la calidad humana, la honestidad y la coherencia. Y de todo eso andaba sobrado Labordeta, con su mochila a cuestas o en su escaño. Descanse en paz.

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