Abdicar o no abdicar, he ahí la cuestión

Menudo panorama el que nos presentaban los periódicos de este domingo. Cuando se habla tanto de la Corona española, malo. Como cuando se habla demasiado de militares o de jueces. O de escraches, o de, también malo.
Es el caso que la polémica sobre si el Rey debe o no abdicar está abierta, y curioso que esté abierta en vísperas del 14 de abril: ¿debe abdicar el Rey ahora o más tarde, cuando el Trono esté limpio de polvo y paja para su hijo Felipe? Curioso: lo que nadie dice es que el Rey no deba abdicar, sino cuándo ha de hacerlo por motivos de conveniencia táctica…

http://www.diariocritico.com/opinion-analisis/fernando-jauregui/432240

En fin, ahí está lanzada la polémica, la gran polémica. Hemos querido evitar el plebiscito sobre Monarquía-República y ahí lo tenemos, sobre la mesa, presentado de la peor manera posible y con un país encabronado. Jodido asunto, si se me permite la expresión.

3 respuestas

  1. Hay dos formas de ver la abdicación, como una derrota o como una culminación. De seguir como vamos, será una derrota. Decía Humpty Dumpty que no importa no saber qué significan las palabras, lo que importa es saber quién manda. Si los lumbreras del PP y del PSOE –alguno habrá, amos digo yo que no me estorba lo negro- se pusieran de acuerdo dejaríamos de utilizar la palabra abdicación que suena a claudicación y hablaríamos de jubileo que suena a jubilación con pedigrí.
    El asunto no es solamente cambiar a un Borbón por otro Borbón porque entonces, por más limpio de problemas que estuviera el advenimiento de Felipe VI, la percepción solo cambiaría momentáneamente para volver, a las primeras de cambio, a pensar que el problema no era de monarca sino de institución. ¿Tercera República? Me temo que estos no son esos tiempos y antes que la jefatura del estado a los españoles nos preocupan otras cosas de distinto calado: listas abiertas, ejecutivo electo, senado útil o sistema unicameral, por citar algunas.
    Un jubileo del monarca puede ser la gran oportunidad: modifíquese la constitución vía una legislatura que prepare una reforma profunda, tóquense los temas de arriba y la financiación de partidos y sindicatos y patronales y demás paniaguados, declárese la circunscripción única (nacional en vez de autonómica) establézcase un sistema meritocrático en la administración pública, defínase de una vez por todas un sistema educativo no adoctrinante, acábense los parlamentarios de más de 40 años, vótese todo en referéndum y salga el rey Juan Carlos I con el sistema viejo en un jubileo espectacular y entre el rey Felipe VI con la nueva etapa tras la reforma (profunda) constitucional como símbolo del nuevo tiempo.

  2. La abdicación es la abdicación. Ni más, ni menos. Son precisas operaciones de imagen y medidas drásticas. Pero no, desde luego, esa de «acábense los parlamentarios de más de cuarenta años». Pascua, Pascua…

  3. bueno, ya sabes que a veces me llevan los demonios interiores, lo que vengo en decir es que este tiempo es el tiempo de Pau garcía Milá, de los emprendedores de 2020 que tienen poco o nada que ver con los parlamentarios que tenemos que, en su mayoría, deberían ser desempolvados. No pretendo quitar de en medio a nadie, solo colocar a cada uno en el lugar más apropiado: mira a nuestro alrededor.
    Los de 40 a 50 están en primera línea de fuego, tomando las decisiones y organizando las cosas, los de 30 a 40 se están preparando para acceder a la primera línea, los de + de 50 asesoran, aconsejan, atemperan portque el objetivo para todos es el mismo: avanzar, progresar.
    Los que ya no cumplimos 50 tendemos más a la conservación que a la innovación; en el mejor de los casos, renovamos pero las más de las veces somos lastre cuando no estamos en donde somos útiles.
    No jubilo a nadie, solo digo que las decisiones gubernativas en manos de quienes no entienden el mundo que nos rodea solo sirve para que vayamos a remolque, mirando qué hacen otros para copiarlo y aplicarlo malamente. Un ejemplo, tu y yo entendemos internet, las redes y hasta el iPhone; manejamos apps de todo tipo y estamos conectados permanentemente. pero ni tú ni yo somos capaces de entender -no de programar, solo de enetender- una app como lo hace cualquiera por debajo de los 35.
    Estamos cambiando de paradigma y que los que piloten el cambio estén más cerca de la sesentena que de la treintena es un problema, puede que no me creas, puede que te haya parecido un dinamitero: nada más lejos, tan lejos como ser un conformista o un asustadizo convencido de que hay lo que hay. No, hay otras formas, otros caminos y otras maneras: lo he visto en un país cuyas media de edad es de, agárrate, 24’5 años y de manera similar todo el subcontinente.

    En USA la edad media es de 36’3 años; en Canadá de 39’6; en Alemania de 43’3; en Noruega 39’1; e Islandia 35’2; en Finlandia y Suecia 40’8. En España 47’3.

    Eso significa no solo que somos una población envejecida, significa sobre todo que somos una sociedad que ha represado el necesario cambio generacional y que los que llegan a la poltrona no la quieren soltar por más que saben que tampoco son los adecuados para innovar, emprender, arriesgar.

    No propongo nada, no soy quién n sé cómo, pero sí sé desde donde soplan los vientos en estos tiempos magníficos que me/nos ha tocado vivir y, desde liego, no vienen del XIX.

    Por eso creo que el rey se debe ir, a Yuste si prefiere o las Bahamas o al Consejo de Estado y, no doliéndome las palabras, abdicar es como se llama en castellano antiguo y al rey es palabra que le molesta, le produce alipori y hasta urticaria. Y a muchos monárquicos. Aplíquese, pues, la doctrina Humpty Dumpty y hágase con cariño, pero que no sea solo una medida lampedusiana de poner a un rey joven para que todo siga siendo… viejo. Jáuregui, Jáuregui, seguimos vivos y dando guerra y quieriendpo este país con fuerzas crecientes cada día. Abrazote

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