Adios, Cándido.

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Acabo de ver la noticia: se nos ha muertos Carlos Luis, Cándido. Toda una época de buen periodismo combativo, culto, algo socarrón. Quiso ser embajador, y se quedó en, o ascendió a, periodista. Nada más, nada menos. Era un tipo cordial, y se nos muere en pleno ferragosto, sin que le podamos hacer un homenaje y (no es que todo tiempo pasado sea mejor; es otra cosa) recordar que aquel periodismo, el de los cándido, los pedro altares (injustamente automarginado ahora), del mejor Cebrián, del primer pedrojota, de Luis Calvo (con todo, ya sé), de Eduardop Barrenechea (ya tampoco está), de Manolo Alcalá, de tantos, qué queréis que os diga, era un periodismo mejor. Ellos no hubiesen tolerado las ruedas de prensa sin preguntas de ahora, ni que a los tertulianos los nombren por cupos entre La Moncloa, Génova y los presidentes autonómicos, amén del segundo pedrojota. Ni este periodismo de comunicados moraledianos, en el que las estrategias de comunicación las dictan los belenesbajo, los barrosos, de este mundo.

Me parece que hemos perdido mucho muchos. Estamos, todos, empezando, claro, por nuestros políticos, un peldaño más abajo. Y hay que hacer autocrítica, acaso uno mismo es el primero en haber tratado de acomodarse, porque, si no, no hay donde expresarse. Por eso amo tanto este blog, este periódico, quizá destinado a ser último reducto.

Cándido, amigo, llevabas tiempo callado sometido a la peor censura, la de la propia lucha para sobrevivir. Echaremos de menos, claro, la elegancia patricia. La denuncia con buenas formas. No, no es que Cándido fuese un ser especialmente combativo: es que se posicionó, y ya.

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