Regreso de una corta estancia en Alemania, donde he podido hablar con bastante gente informada. Es un país admirado por lo bien que hace los deberes, por cómo sabe levantarse y, hasta cierto punto, por la solidaridad que ha sabido repartir, entre otros a España.
No estoy seguro, sin embargo, de que las cosas vayan a seguir siendo las mismas en el futuro: yo creo que la RFA está harta de tirar del carro y que empieza a nacer –atención– en la mentalidad colectiva la sensación de que son ellos, y solo ellos –no, los franceses tampoco– los que se toman en serio el proyecto europeo. Reconozco que admiro el actual –el actual– espíritu germano, plenamente democrático. Pero regreso con un cierto temor: ¿están hartos del trabajo colectivo? Desde luego, el desprecio con el que hablan de países como Grecia, Italia y España me resulta altamente indicativo: hace no tantos años las cosas eran muy diferentes.
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