[tele=http://www.diariocritico.com/tv/video/9627/video-isabel-pantoja-llegada-juzgados-marbella.html]
(imagenes del impresentable ‘asalto’ periodístico a la Pantoja. Y foto de Elsa, una periodista honrada y ‘de la base’))
Escribo este comentario motivado, primero, por la indignación que me ha producido el comportamiento de algunos compañeros en el ‘asalto a la Pantoja ’, del que la tonadillera salió hasta con el vestido casi hecho jirones; segundo, por mi propia convicción acerca de la necesidad de que los periodistas nos hagamos una severa autocrítica, ya que no en vano nos hemos convertido, supongo que por méritos propios, en la tercera profesión más desacreditada. Y, finalmente, me ha impulsado a escribir estas líneas una interesante conferencia de la presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa , Elsa González, denunciando algunos de los males que aquejan a esta maravillosa, pero tan zarandeada, profesión.
Hace tiempo acuñé, en un intento de resumir algunos de estos males, el término ‘generación Google’ para definir ese cierto abandono que tantos profesionales, de nuevo y no tan nuevo cuño, hacen del periodismo presencial e investigador. El por otra parte utilísimo buscador no puede suplantar, aunque muchas veces lo haga, al eterno husmear en la noticia, al mirar desde el propio prisma lo que ocurre. Una práctica clásicamente ajustada en la frase “noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique; lo demás es publicidad”. O hagiografía. O peloteo.
La situación, desde este punto de vista, no es buena: son demasiadas las facilidades que, desde los partidos, las instituciones, las empresas, llegan a la mesa del periodista: te ofrecen los textos, los vídeos y hasta las reacciones a esos comunicados. El periodista no tiene sino que cortar y pegar, lo que es, desde mi punto de vista, el inicio de todos los males: ¿dónde queda el apel del informador?
Lo que no quiere decir que lo antedicho sea el compendio de todos los males. Hay muchos más: desde ese periodismo-espectáculo, al que nos arrastran desde algunos programas televisivos, hasta la irrupción, no siempre bien comprendida, de las nuevas tecnologías en la comunicación. Pasando por la politización excesiva, el seguidismo, los ‘compromisos’ de las empresas con determinados poderes e intereses, incluyendo algunos publicitarios…
Creo que los periodistas, comenzando por los recién llegados –algunos veteranos puede que ya no tengamos arreglo–, han de reflexionar sobre su papel en la sociedad. Un papel demasiado dependiente, a veces fascinado por lo nuevo –blogs, periodismo ciudadano–, que no acabamos de asumir, y en ocasiones excesivamente pegado a lo de siempre, a lo que tiene forzosamente que evolucionar.
Se preguntaba Elsa González si realmente la sociedad española nos necesita para estar informados. Personalmente, prefiero no aventurar una respuesta. Usted ¿qué cree?
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