Debo reconocer que no soy un fan de Zapatero. Pero tampoco un detractor por principio. Nuestro presidente ha perdido parte de su encanto, quizá porque le hemos ido conociendo, y ha metido la pata en algunas cosas: sigue siendo demasiado naif. Y me parece que la oposición está empezando, por fin, a tomarle la medida, pese a los evidentes agujeros que se evidencian en el PP. Ahora acabo de regresar de la cumbre iberoamericana de Salamanca: todo parece haber ido bien y, sin embargo, todo parece haberle salido mal al Gobierno, con tantas acusaciones de antinorteamericanismo. Creo que el Ejecutivo ZP está en esa época en la que cualquier cosa que haga se va a contemplar como negativa. ¿Tiene eso retorno, cuando no hemos llegado ni a la mitad de la Legislatura? A mí me parece que sí. Pero ZP, el gran ingenuo, pero un ingenuo honesto, tendrá que hacer las cosas de otra manera (por favor, sin perder la rectitud de miras) y contando más con la gente. Y, eso sí, con un equipo nuevo: muchas piezas de este Gobierno no sirven, mientras él se empecina en no tocar ni un alfil. Así no se gana al ajedrez. Entre otras cosas, porque Rajoy ya no está como dormido. Vamos a asistir a una emocionante pelea política en los próximos meses, ya lo veréis.
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