Vaya, y nosotros que creíamos que este fin de semana iba a transcurrir entre conmemoraciones nostálgicas del aniversario de la victoria socialista, conferencias políticas como la del Partido Popular, condenas unánimes al caudillo Chávez y su referéndum tramposo en Venezuela…Y en esto llegó ETA y asesinó a un guardia civil, dejando herido a otro, en circunstancias que, cuando escribimos esta nota triste, aún no se han especificado del todo porque prosiguen las investigaciones.

El caso es que ya tenemos un asesinato de la banda del horror este año, precisamente cuando comienzo el último mes en la recta final hacia ese 2008 que llega lleno de presagios, de incertidumbres. El primer asesinato –confiemos en que también el último—de este 2007. Y van tres en la legislatura ‘de la negociación’, cuando ya ni hay contactos con los terroristas ni puede haberlos.

Irrumpe ETA en los preparativos de los festejos, cuando ya las calles de toda España se llenan de luces navideñas. Por supuesto, el PSOE desconvocó el acto festivo en el que los socialistas iban a celebrar su conmemoración de aquel primer gobierno de 1982, con Felipe González. Y todos los grupos políticos decidieron reunirse para dar “una respuesta unitaria” al atentado de ETA en territorio galo.

Pero de nada valdrán las reuniones conjuntas, las palabras de condena, los apoyos de boquilla al gobierno –Rajoy dijo que el PP respaldará al Ejecutivo de Zapatero en su lucha contra la banda–, las promesas de persecución a los autores de este atentado –lo dijo Zapatero en su comunicado–, si no se hace efectiva esta unidad contra ETA. Ya es hora de que todos los demócratas de este país, que somos todos menos la banda y su brazo político, nos unamos frente a la pesadilla que dura cuatro décadas. Aguardamos confiantes los resultados de la reunión de esta tarde en el Congreso de los Diputados.

En su comparecencia desde La Moncloa, Zapatero no explicó algunos aspectos de este atentado, el primero contra guardias civiles en Francia. Aguardemos los datos que nos ofrezca en las próximas horas Alfredo Pérez Rubalcaba. Lo importante es, en todo caso y al margen de los llamamientos a la unidad de los partidos –ojalá que nadie caiga en la tentación de hacer electoralismo de este triste hecho–, que de verdad se cumplan las palabras de Zapatero y de Rubalcaba y que los culpables de este “execrable crimen” cumplan “rigurosamente sus penas”, como es su “inevitable destino”. “Caerán como han caído quienes, en la historia asesina de ETA, les han precedido en los horrores” y quienes han cometido este hecho criminal “pagarán por ello”. Frases entrecomilladas que corresponden, todas, al mensaje de Zapatero este mediodía.

Cierto que Zapatero telefoneó, antes que nada, a Mariano Rajoy para informarle de lo poco que entonces se sabía sobre el atentado de ayer, que costó la vida a un guardia civil y dejó herido a otro. Cierto que Rajoy, que clausuraba una convención del PP, ofreció de inmediato su apoyo al gobierno en la lucha contra ETA. Cierto que, con encomiables reflejos, José Blanco convocó una reunión para ayer por la tarde de todas las fuerzas políticas en el Congreso para hacer frente de manera conjunta al terror que amenaza ya claramente la precampaña electoral y la tranquilidad de los españoles. Pero todo eso no basta.

Zapatero y Rajoy tendrían que mantener un encuentro de la manera más urgente posible, aunque solamente sea para escenificar que están unidos contra la pesadilla etarra y que esa pesadilla no va a ser utilizada como argumento a favor de unos o en contra de otros durante la dura, implacable, campaña electoral que viene. No bastan declaraciones tajantes como la de Zapatero ayer desde La Moncloa, ni apoyos de boquilla. Hay que demostrar a ETA que las fuerzas políticas democráticas, es decir, todos menos ellos y sus amigos del ‘brazo político’, se mantienen coordinadas y juntas para acabar con la banda de una vez, poniendo fin a cuarenta años de horror, que se dice pronto.

El presidente del gobierno no puede seguir dejándose llevar de los recelos y de la evidente antipatía que le produce, incluso en sus encuentros privados, la “ambigüedad” de un Rajoy que unas veces se muestra cooperador y otras se deja caer en manos de los peores ‘halcones’, que alientan y jalean manifestaciones como la de la pasada semana en Madrid, organizada por un Francisco José Alcaraz que ha hecho de la demasía su método de actuación. Zapatero tiene que ser más generoso a la hora de compartir iniciativas con el líder de la oposición. Y Rajoy ha de mantenerse más firme en una línea inequívoca de unidad con quien carga con la responsabilidad principal de la lucha contra el terrorismo, es decir, el Gobierno. Sobre todo, ahora que el Gobierno ha dado marcha atrás respecto de algunos pasados errores.

Y es que es muy poco lo que separa ahora las tesis del gobierno y de la oposición.