Reconozco que esperaba una sesión más bronca que la de este miércoles en el reinicio de las comparecencias parlamentarias para controlar al Gobierno. Pero también debo expresar mi desaliento, porque me temo que poco van a pactar en este clima, aunque ví los esfuerzos de Sánchez por no enfadar esta vez, contra lo que suele hacer, a la oposición. Y expreso igualmente mi mayor desánimo aún al comprobar que se sigue empleando a los muertos, a nuestros muertos, como elemento arrojadizo para que cada uno lleve a su molino político esas aguas, tristísimas.
Siento decirlo, pero una intervención de un diputado de Vox logró sacarme de mis casillas. Lejos de mí elogiar la muy mejorable gestión del Gobierno en esta desgracia, sin precedentes para todos. Pero… “Ustedes”, les dijo a los gobernantes socialistas el representante de Vox, “han convertido media España en un tanatorio”. Antes, peor, habían acusado al Gobierno de estar fomentando la eutanasia con esta pandemia. Por favor…
Este no es, ciertamente, el espíritu del pacto. Ni tampoco lo es el tono que nos han ofrecido en los últimos días las portavoces del grupo Socialista y del Popular. Con crispaciones y sal gorda en sus descalificaciones mutuas; con alusiones en provecho propio a los muertos –que no están recibiendo, ciertamente, los honores que merecen, tras una vida de afanes por contribuir a mejorar este país y con un final en el que ni siquiera han podido despedirse de los suyos–; con ataques irracionales; con la mala educación de ni siquiera avisar del día y la hora de la cita a quien se quiere convocar a un pacto, anunciándolo, en cambio, por la televisión… Así no llegaremos lejos.
Y, sin embargo, esos pactos, de La Moncloa o de donde sean, con unos mínimos contenidos que no nos han delineado todavía –yo esperaba algo más, en este sentido, de la sesión de control de este miércoles, que ciertamente no va a hacer historia–, son imprescindibles. Y exigibles. Sin que el señor Sánchez se ponga medallas de caudillo de la buena causa, y no hablemos ya de su vicepresidente. Sin que Casado se ponga el lazo victimista. Sin que Abascal sea fuente de toda demasía. De Ciudadanos nada digo, porque personalmente pienso que, una vez superada la triste última etapa de Rivera, está acertando bastante en el tono, al menos en el tono.
Veremos qué ocurre, y hasta dónde llegamos, en los encuentros ‘en la cumbre’ de este jueves y siguientes. Creo que ‘ellos’, una parte de nuestros representantes, les han fallado a nuestros muertos, que también son, claro, los suyos; que no fallen ahora también a los vivos, a nuestros hijos y a nuestros nietos, presentes y futuros. Porque lo que se decida o no en los próximos días caerá también sobre las cabezas de nuestros descendientes. Y eso, lo he dicho otras veces, no puede quedar a la responsabilidad de una sola persona y de sus palmeros. Todos tenemos el derecho, y el deber, de participar en la construcción del futuro, ya que el presente tan mísero se nos presenta.
fjauregui@educa2020.es
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