Imagino que algún ministro, como el titular de Industria, Miguel Sebastián, que ocupó un muy alto cargo en una entidad bancaria, debe de andar estos días no demasiado satisfecho con los ataques racheados que desde el Gobierno y aledaños se lanzan contra los bancos. Claro que seguro que la vicepresidencia económica tampoco debe de andar muy feliz teniendo un día que invitar a los banqueros a Moncloa y otro debiendo atender a sus furiosas llamadas de protesta ante lo que escuchan de ciertos representantes socialistas. Ni, supongo, la ministra de Cultura estará muy contenta cuando constata que ‘su’ canon digital es puesto en cuestión por otros miembros del Gabinete, que quieren suprimirlo.
¿Más ejemplos de lo que patentemente es una mala coordinación en el Ejecutivo? Pues podríamos hablar de la propuesta de Fomento para aplicar una tasa a los camiones que usen autovías. O de lo ocurrido a raíz de la dimisión del presidente de RTVE, que muestra que el Gobierno es incapaz de llegar a un consenso para buscar un urgente sustituto. O de la SGAE. O de la crisis de los pepinos. O de las contradicciones en la marcha de la reforma laboral, que han puesto en el disparadero al titular de Trabajo, Valeriano Gómez…
Pienso, en suma, que el Gobierno, en su conjunto, está agotado. Con brillantes excepciones, que, comenzando por la vicepresidenta económica y siguiendo por los ministros de la Presidencia, de Educación o de Justicia, por poner algunos ejemplos, mantienen bien el tipo. Pero eso, claro, no basta; Zapatero está en retirada y es de suponer que Rubalcaba anuncie su salida, total o parcial, del Ejecutivo de manera inminente: él no puede, por ejemplo, continuar al frente del Departamento de Interior, que ha gestionado de manera brillante, pero que reclama una atención que el candidato ya no puede darle.
Y, con Zapatero pensando ya en su retiro leonés y Rubalcaba pensando en cómo llegar al sillón monclovita –él, mejor que nadie, sabe lo difícil que le va a resultar y el sacrificio personal y político que ha asumido aceptando la candidatura–, ¿quién se va a ocupar de llevar las riendas de este carromato que traquetea? Si el presidente realmente pretende agotar la Legislatura, algo que me da la impresión de que cada día se le complica más, tiene que proceder a una remodelación a fondo de su elenco ministerial, y tiene que hacerlo ya.
Claro que no espero que el desenlace se desencadene ya en este Consejo de Ministros de hoy viernes. Pero sí estoy convencido de que ‘algo’, tendrá que ocurrir a lo largo de las reuniones ministeriales previstas para las próximas semanas, agosto incluido. Me resulta impensable que el presidente pretenda que las cosas sigan como están: lo que no puede ser, no puede ser. Y, así, por los corredores y pasillos socialistas se aventan las hipótesis más variadas, desde una investidura hasta una moción de confianza, desde la clausura anticipada de las cámaras legislativas hasta la extinción de la Legislatura, eso sí, con cambios en el Gobierno. Cualquier cosa puede ocurrir, y lo único impensable es que no ocurra nada. Así que atención, porque tendremos noticias más pronto que tarde.
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