Este domingo, los periódicos venían bastante aburridos. La primavera avanzaba y hay como una especie de compás de espera, a ver si los socialistas pactan con los de Nafarroa Bai en Navarra, con los de Coalición Canaria –madre mía– en Canarias, si el PP lo hace con el partido balear de la señora Munar –maaaadre mía– en Baleares…No veo ninguna reflexión diciendo que esta ha de ser la última, pero que la última, vez que las elecciones se celebren con este sistema, bajo esta legislación electoral, que fomenta las formaciones piratas, los pactos contra natura, el chalaneo.
Claro que en mi pueblo, Tres Cantos, no ha habido pactos, ha ganado un tipo honrado del PP y, sin embargo, dice que no puede hacer otra cosa que dar ‘luz verde’ a un proyecto urbanístico impresentable que nos va a hacer infelices a muchos. Este era un buen pueblo, casi un ejemplo en cuanto al ladrillo, y ya nada tiene que ver: se lo han cargado en aras del progreso. Y nadie ha debatido qué hacer ante la agresión de las martinsas de turno.
Así que, tanto en lo general como en lo particular, de nada han servido estas elecciones. Que no por votar cada cuatro años estamos en una democracia. Claro que la culpa la tenemos nosotros, los ciudadanos que no protestamos, que no hacemos comprender a quien gobierna, y a quien de verdad paga a quien nos gobierna –a veces creo que no somos nosotros, los contribuyentes–, que queremos otra cosa.
Ah, y Fabra sigue en Castellón, y triunfando en una boda –maravillosa por lo demás– a la que tuve la suerte de asistir el sábado, en Denia. Nadie le tiró piedras, y casi le tiran flores. ¿De veras estamos mejorando en este país?
Ah, y otra pregunta que lancé en un foro el jueves: ¿de verdad estamos en buenas manos?
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