A nadie se le oculta que pienso que Mariano Rajoy es persona sensata, honrada, que tal vez hubiera sido un mejor primer ministro que Zapatero –se trataba de no revolver rincones sociales y políticos que no lo necesitaban–. También es persona de poca iniciativa y de escaso coraje político, me temo. El arrojo que le sobra –vaya si le sobra– a un Zapatero que llega a la temeridad y a la insensatez de puro improvisar, le falta a un Rajoy que acanba de meter una pata histórica. Me ha decepcionado mucho que haya renunciado, junto con su secretaria general, María Dolores de Cospedal, a llevar hasta el fin la ‘investigación interna’ sobre ese feo caso de los espías en Madrid.Una cosa es la investigación parlamentaria y otra esa encuesta interna para determinar responsabilidades partidarias en el PP madrileño.
No presupongo culpabilidades. Ni me importa por qué aparecen ahora algunas informaciones periodísticas: ¿son o no ciertas? Lo que dicen los dossieres que se hacen circular malintencionadamente –todo el mundo ha visto ya alguno, parece– ¿tiene o no algo de cierto? A la ciudadanía no se le puede dejar con la sensación de que si algo huele a podrido es porque algo hay podrido. Se perdió una oportunidad de entrar a fondo en las prácticas mafiosas, en política y en economía, en algunos ambientes políticos de Madrid –no en un solo partido, por cierto– cuando lo de Tamayo y Sáez. Ahora no puede repetirse el fiasco.
Ya sé que en estas guerras intestinas hay quien pretende utilizar a los medios en su propio beneficio. Que se diga también en la investigación interna. Pero que no se dé la espalda a la verdad, porque ya sabemos que ni en la Asamblea madrileña ni en los tribunales se va a llegar hasta el fin. Cospedal, una personalidad política que era toda una promesa, se ha puesto la cuerda al cuello con esta renuncia a la misión que su jefe le había encomendado y que ahora ese mismo jefe, presionado ‘por Madrid’, le ha quitado.
¿Qué piensa de todo esto la ciudadanía? Lo comprobarán pronto en el PP, un partido cada vez más fracturado. Lo de Churchill: a base de ignominia quisieron evitar la guerra, ahora tienen guerra e ignominia.
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