Demasiado peso sobre los frágiles hombros de Pedro Sánchez



(Sánchez no es, aunque me gustaría que lo fuese, el estadista que necesitamos; solo es un táctico)


(Sánchez ya se enfrentó, para su mal, con Isabel Díaz Ayuso; ahora lo hace contra Susana Díaz, mucho más peligrosa de lo que él imagina)

Si le digo a usted la verdad, con la cantidad de frentes que tiene abiertos para ya mismo, uno no entiende cómo podría Pedro Sánchez encontrar tiempo para esa rumoreada remodelación ministerial que a saber cuándo llevará a cabo. Nada le gusta más a nuestro presidente que complicarse –y complicarnos—la vida, como si las restantes fuerzas políticas y las propias instituciones, en plena remodelación profunda, no ofreciesen ya un panorama lo suficientemente complejo. ¿Cómo seleccionar un tema, uno solo, en el complejísimo cuadro político desplegado ante nuestras atribuladas vistas? Nos la vamos jugando, día a día, en muchas cuestiones: lo de Cataluña, por ejemplo.

Ya sé que la mayoría del resto de los españoles se siente interesada solamente lo justo por la evolución del conflicto, porque conflicto es, con Cataluña. Resulta mucho más atractivo y hasta colorido publicar encuestas sobre la (im)popularidad de los ministros, por ejemplo. O sobre lo que ocurrirá el domingo ‘con las derechas’ en la plaza de Colón. O el duelo al sol, emocionante hasta para los no andaluces, entre Susana Díaz y Juan Espadas, que es una batalla interna absurdamente abierta por la propia Moncloa. Incluso los esfuerzos por lograr una ‘photo opportunity’ de Sánchez con Biden, aunque sea de refilón, que a saber si el mago Iván Redondo acabará lográndola, me parecen dignos de especulación.

Muchos frentes, ya digo, incluyendo la evolución (hacia abajo) del coaligado Podemos en su Vistalegre IV: ahí andan esta semana, de votaciones internas para proclamar lideresa a Ione Belarra, que no es precisamente Pablo Iglesias. Lo que salga de ahí influirá, por supuesto, en el actual Ejecutivo, forzando a Sánchez a replantearse la estructura del mismo.

Temas, ya ve usted, abiertos en canal, y no son los únicos, desde luego. Pero yo situaría en primer lugar esa próxima conversación, seguramente en La Moncloa, entre el president de la Generalitat y el presidente del Gobierno central, una ‘cumbre’ que debería ser mucho más habitual y frecuente –Sánchez no abre las puertas de palacio así como así– y que se concretará en los días cercanos. Tanto Aragonés como Sánchez, a través de peones interpuestos –el más eficaz, claro, Iceta– , van perfilando las cuestiones a tratar, con los indultos a los presos del ‘’procés’, se supone, como primer y muy delicado tema a tratar previo incluso a la constitución de esa Mesa negociadora en la que se abordará nada menos que el futuro de las relaciones entre Cataluña y (el resto de) España.

Como ciudadano español, espero que se entiendan. Pero me asusta la enorme responsabilidad sobre los hombros de una sola persona, Pedro Sánchez. Y me asusta porque no estoy seguro de que el presidente del Gobierno, al que las encuestas empiezan a dejar de amparar, sea el estadista generoso y patriota que necesitamos. El gran presidente de nuestro Gobierno será el que no piense en las próximas elecciones, sino en nosotros. Ojalá que Sánchez acierte con ‘lo de Cataluña’. Difícil, pero no imposible. A menos, claro, que la inexperiencia, la ineptitud o la falta de visión de ambas partes lo imposibiliten.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *