Ignoro si la asamblea de adeptos convocada para este sábado por el candidato a ser derogado acabará haciéndolo. Nunca es fácil con ‘el jefe’, aunque tenga en su curriculum una tan larga lista de irregularidades que robar de manera prepotente, abusiva y machista un beso a una heroína del deporte sea casi la menor de sus infracciones (in)morales. El ‘rubialismo’ se ha convertido en el ejemplo más flagrante de lo que no puede seguir siendo, en esta época del cambio, en un país en el que los ‘ismos’ , en su sentido más peyorativo, campan por sus respetos.
Que no digo yo que, como alega el candidato a la derogación, el beso no haya sido un arranque espontáneo, entusiasta, en el momento de un triunfo mundial. Lo que sí me parece indudable es que refleja una mentalidad de ‘esto me pertenece’ que no se debería consentir. No es lo más grave el beso con alevosía y sin consentimiento a una de ‘esas chicas’ que nada menos que han ganado un campeonato mundial, sino pensar que son ‘esas chicas’, sic, las que le deben el triunfo a él, que tanto se lo merece todo. No veo yo al aún señor presidente del futbol nacional besando en los morros a ,ejem, Dani Alves, por poner un ejemplo muy contrario al que representan esas mujeres magníficas que han dado un ejemplo de muchas más cosas que de saber chutar un balón.
Espero que me perdone usted y que no piense que trato de meter en el mismo saco a las peras con las manzanas, pero, cuando me refiero al ‘rubialismo’ trato apenas de poner un ejemplo de las muchas cosas que no me gustan en lo deportivo, en lo artístico, en lo político o en lo periodístico, en un país en el que la mala educación y el atraso patán siguen lamentablemente vigentes. Porque de patán es, por muy niño bien e icono de la derecha que sea, que un cantante se cague en la madre del presidente del Gobierno en una de sus letras, o que un rapero, desde una izquierda pauloiglesista, haga lo mismo con los ‘fascistas’ que no le gustan, que vienen siendo cuantos no ‘piensan’ como él. O que unos grupos ‘seudo rockeros’, más bien deficientes técnicamente por lo que me dicen, tengan que anunciarse en Bilbao empleando la imagen de Abascal con un tiro en la nuca.
Claro, todo cabe en un país en el que el jefe del Gobierno y el de la oposición consumen sus respectivas campañas electorales llamándose mentirosos y de ahí para arriba. Todo cabe en un país acostumbrado desde hace demasiados años a hacer lo que se va a hacer este sábado: prestar diputados a un partido del que se esperan favores parea que puedan, contra lo que dicen la ley y el reglamento, constituir grupo parlamentario, que eso es una pasta y un buen número de ventajas políticas; luego, los ‘prestados’ se vuelven a su casa de origen y ya está. Y conste que esta práctica, como la de utilizar la ley de acompañamiento de los Presupuestos para cosas que nada tienen que ver con las cuentas del Estado, ha estado, y está, muy extendida tanto cuando mandaba la derecha como cuando lo ha hecho, y lo hace, la izquierda.
Tampoco digo, oiga, que andemos derogando ideologías. Lo de derogar el sanchismo fue un error de quien lo anunció, alguien tan engañado por sus propios arúspices de cabecera que hasta se sintió seguro de que iba a ganar con la mayoría suficiente las elecciones y se abstuvo de denunciar que estas fueron convocadas ‘olvidando’ el precepto constitucional de hacerlo tras haber sido oído el Consejo de Ministros, que ni se convocó al efecto. ¿Es esto simple mala educación? No; es muchas otras cosas, pero es que los ‘ismos’ abarcan muchos terrenos, porque significan, ni más ni menos, un estado de espíritu de permanente abuso de poder de quien está seguro de que no va a perderlo por un ‘excesito de nada’.
Ya sé que esto parecen fruslerías ombliguistas en un mundo en el que tenemos a gentes tan abusadoras como Trump o Putin, hasta donde se puedan comparar un amoral y un asesino, claro. Pero, como decía el chiste negro, se empieza bombardeando Ucrania y se acaba por no ir a misa. Pues eso: que, si hay que derogar, es el ‘rubialismo’ por donde hay que empezar. Y luego, seguir hasta ¿dónde?
fjauregui@periodismo2030.com
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