Tras asistir a la primera rueda de prensa de Soraya Sáenz de Santamaría en La Moncloa, he enviado a diariocritico este editorial, que luego completo con una ‘nota `personal’:
Editorial
Una pregunta al rostro nuevo en La Moncloa
La vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría es, sin duda, una figura atractiva. Y competente. Su primera rueda de prensa desde la sala de prensa de La Moncloa, inmediatamente después de la primera reunión del Consejo de los nuevos ministros, fue seria, completa –aunque no hubo tiempo para atender a todas las (múltiples) preguntas—y con apariencia de sincera. La prensa que atiende estos menesteres prefiere no hacer demasiadas críticas, aunque alguna alusión hubo a la escasa afición del presidente Rajoy a comparecer ante los chicos de la información. Doña Soraya echó balones fuera diciendo que comunicará esas quejas y sugerencias a la nueva secretaria de Estado de Comunicación, doña Carmen Martínez de Castro.
Ignoramos si es la señora Martínez de Castro la responsable del ‘apagón’ informativo del presidente a la hora leer la lista de sus ministros, el pasado miércoles, en un tiempo récord de noventa y cuatro segundos, desapareciendo a continuación sin admitir una sola pregunta de los periodistas desplazados al complejo monclovita para recibir tan lacónico y despectivo trato. Pero lo cierto es que el buen elenco gubernamental alumbrado por Don Mariano merecía una mejor presentación. Porque, le guste o no al hombre que brillantemente venció en las elecciones del pasado 20 de noviembre, lo cierto es que los medios de comunicación tienen el derecho y el deber de recibir una información completa, transparente, veraz, para transmitírsela a la opinión pública.
Estuvo bien el esfuerzo de la vicepresidenta única en su primera salida como portavoz gubernamental. Y estuvo mal la comparecencia de Mariano Rajoy para dar un desplante a los informadores. El aluvión de preguntas nos impidió poder formular a la señora Saénz de Santamaría la pregunta que querríamos haber hecho: “¿Sabe cuándo piensa el señor presidente convocar una rueda de prensa en condiciones para explicar todo lo que no pudo explicarse en la sesión de investidura?”. Bueno, aquí queda esa pregunta, que es bastante más que una curiosidad. Empieza a estar en juego –y no, desde luego, exclusivamente por la inapetencia de los ‘populares’ a la hora de comparecer; la cosa viene de más lejos—nada menos que el papel de eso que algún día se llamó ‘cuarto poder’.
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Hasta aquí, el editorial. Ahora, la anécdota personal: ayer había quedado, para recabar material para un libro sobre las legislaturas zapaterianas, con Alfredo Pérez Rubalcaba, en la sede de Ferraz. Cuando iba para allá, en medio del tráfago madrileño de Navidad, me dice Alicia, mi secretaria, que había llamado para comunicar que me retrasaba cinco minutos, que le habían comunicado que el ex candidato había salido, al parecer por cuestiones familiares. Luego, ni una llamada de disculpa. Y mi tarde, perdida entre el tráfico de horror capitalino. Otra muestra de la falta de respeto de la clase política por el trabajo de (algunos) periodistas. Porque sé bien que Don Alfredo no les hace eso a los chicos de El País…
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