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(Leila Jiménez sufre el acoso de unos vándalos contrarios a la libertad de expresión)
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Para desacreditar ante mis ojos a un movimiento de masas basta con un ‘caso Leila’. Lo malo es que es algo que se repite casi en cada manifestación independentista en Cataluña, por ejemplo. Leila Jiménez es una reportera de Telecinco a la que unos energúmenos impidieron realizar la información en directo de la concentración que estaba discurriendo en Barcelona en apoyo del ‘referéndum’ del 1 de octubre y al conmemorarse el segundo aniversario de este intento de declaración unilateral de independencia de Cataluña.
A Leila Jiménez le colocaron pancartas ofensivas, fue empujada y abucheada, impidiendo que se oyera lo que intentaba decir a los espectadores, le vertieron encima una botella de vodka, la insultaron soezmente; en suma, no pudo realizar su trabajo. Y con ello los energúmenos, que no eran uno ni dos, sino bastantes más, perpetraron una violación contra la libertad de expresión, que es una derecho democrático básico cada día más amenazado por unos y por otros.
No, el de Leila no es un caso único. Ocurrió lo mismo hace dos semanas con una periodista de TVE, y rara es la vez que alguna retransmisión en directo de actos multitudinarios en Cataluña no es boicoteada por grupos de manifestantes, con pancartas, insultos, empujones, gente que se coloca ante la cámara, otra que hace gestos ineducados detrás de ella. Lo he visto, en algún momento lo he padecido y sé muy bien que no es este el comportamiento que podría esperarse de quien, legítimamente, expresa sus ideas y aspiraciones.
Temo que tendremos más de esto en la campaña en Cataluña. Puede que no solamente en Cataluña. Los órganos más o menos corporativos de los periodistas o son impotentes o, simplemente, no se atreven a combatir con la dureza y determinación precisas estos atentados contra la libertad de expresión e información. La falta de respeto por los medios, sean de la ideología y el color que sean, evidencia un desprecio por las reglas básicas de la democracia: ¿es esa la Cataluña que quieren construir los’indepes’?¿Silenciando no solo a quienes piensan diferente, sino incluso a quienes solo pretenden realizar su trabajo de contar lo que estápasando?.
No conozco a Leila y ni siquiera he podido contactar con ella para expresarle mi solidaridad. Salgo en su defensa porque esta es la única manera en la que puedo hoy echar una mano a favor de algo en lo que creo: que podamos expresarnos con libertad y en paz. Y no hablo, claro está, solamente de los periodistas.
Pero, ya que hablamos de ellos, o sea, de nosotros, pienso que o los periodistas comenzamos a hacer que se nos respete o los ciudadanos que nos ven, nos escuchan o nos leen habrán perdido un enorme valor: el de estar bien, puntual, verazmente informados. O que puedan elegir la versión informativa que más les plazca. Y conste que la regresión de la libertad de expresión no es obra solamente de esa alegre y estúpida muchachada que cobardemente se escuda en la masa para vejar a los informadores. Ya digo que no sé en qué están pensando quienes nos representan para comenzar a denunciar ante los tribunales y para señalar con el dedo acusador a los últimos responsables de que esto se tolere así, sin más. Como si el escrache al informador fuese una hazaña más en la campaña de despropósitos.
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