Claro que no fui a ver de cerca los actos de la visita del Papa. No estoy en esa órbita, aunque pido máximo respeto para quienes sí están. Ví ayer en la Plaza Porticada de Santander el espectáculo de unos jóvenes, procedentes muchos de ellos de países hispanos, con guitarras y crucifijos, cantando canciones religiosas; se llamaban a sí mismos neocatecumenistas. Pero, en la misma plaza, estaba la garita deel 15-m, atendida en ese momento por solo una persona. Los jóvenes neo ‘tomaron’ la Porticada, como días antes lo habían hecho los indignados. Luego, recorrieron el centro de la capital cántabra, con sus carteles y pancartas saludando la llegada, ayer mismo, del Papa a Madrid (ellos eran de los que no pudieron llegar hasta el feudo de Gallardón). No hubo incidentes (en Santander, claro, porque es ciudad tranquila). Pero sí los ha habido en Madrid, y bastantes. Y bastante lamentables. Esas imágenes que se han visto en ABC, por ejemplo, de jóvenes asistentes a la JMJ siendo insultadas por algún exaltado, mientras ellas les oponían crucifijos a modo de conjuro, me entristecen. Porque, en el medio, está casi todo el país, que mira con escándalo, alarma y repudio cualquier manifestación de intolerancia. Y, en mi caso, confieso que tampoco me hace feliz el fanatismo, sea religioso o ateo. En suma: menudos días en el ferragosto de la Villa y Corte. Mejor consumir las últimas horas (sniff) de vacaciones en mi Cantabria…
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