…sobre todo, si metes a políticos en esos congresos. La pretensión de entregar un premio a Felipe Calderón, el presidente mexicano, es una de las más duras tareas que un organizador de congresos puede acometer. Menuda es la burocracia made in Mex, menudo es el protocolo de Los Pinos, la residencia presidencial –lo de La Zarzuela se queda en nada en comparación–. Ayer, una colaboradora y yo arrastrábamos la escultura del premio –véase en la web– por todo Santillana del Mar, para dejarla en el parador donde, presumiblemente, hoy se la entregaremos a Calderón, quizá en presencia de Zapatero durante una larga audiencia que nos han concedido a los congresistas de… quince minutos. Bueno, menos han estado alguos presidentes españoles en Downing Street y salieron presumiendo de sus ‘cumbres’…tras haber pasado cinco de los quince mnutos en el cuarto de baño, para hacer tiempo, ¿verdad, Aznar?
Será la culminación y el fn de un congreso de infarto, donde algunos esforzados nos hemos empeñado en hablar sobre el bicentenario de las independencias de América, proceso tan mal conocido por los españoles. Menos mal que en la segunda jornada vino María Teresa Fernández de la Vega –que a mí, la verdad, me es muy simpática– a estar con nosotros un ratito; iba de paso, porque estaba preparando el escenario para la ‘cumbre’ UE-México, que se celebra esta tarde dominical aquí, en Comillas. Pero vino, que es un gesto que ZP no se ha dado tiempo para permitirse; los políticos siempre tienen horror vacui, y llenan sus agendas al segundo para no tener tiempo para pensar, supongo.
Decía que la segunda jornada tuvo sus cosas simpáticas, sus debates fuertes –por ejemplo, entre el cubano Rausenberg y el subdirector de ABC Ramon Pérez-Maura, pero el enfrentamiento era previsible-, las explicaciones del ‘segib’ –secretario general iberoamericano– Enrique Iglesias y del secretario de Estado para Iberomárica, Juan Pablo de Laiglesia –dos iglesias en perfecta comunión–…Lo cierto es que me equivoqué al plantear un congreso tan denso, tan lleno de gente con cosas que decir, porque, a la postre, acaba fatigando, y muchos se toman esto de los congresos como una acción de turismo, a lo que supongo que también tienen derecho.
Hoy haremos una sesión de conclusiones, que intentaremos trasladar, a modo de clasura, a Calderón, para lo que nos desplazaremos de Comillas a Santillana. Ya veremos, porque, en un acto de poca formalidad, Calderón retrasó su salida –menuda tiene él también en casa, el pobre– y puede que se supriman actos del apretado y absurdo protocolo que se han montado.
Escribo a toda velocidad, porque la jornada promete ser tan apretada –y angustiosa– como la de ayer. Pero luego retomo y trato de explicarlo todo más demoradamente. Gracias por la atención.
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