El ciclista Sánchez pedalea hacia su otoño horribilis

Ignoraba por completo, la verdad, que Pedro Sánchez fuese aficionado a la bicicleta de montaña. Pero ha ido a Andorra, con su mujer, Begoña Gómez, para asistir al campeonato mundial de BTT y cerrar allí un mes de agosto en el que han ocurrido muchas cosas, aunque sean mera rutina en comparación con lo que va a ser septiembre. Bueno, son muchas las cosas que uno ignora de Sánchez, que extiende su opacidad incluso al terreno de sus aficiones y que cuida todo lo que puede su vida privada, a lo que tiene perfecto derecho. Pero sí conocemos su agenda, y es una agenda loca en la que sus planes secretos para pervivir políticamente obviamente no figuran; pero que existir, como las meigas, vaya si estos planes existen.

Ahora, Sánchez se marcha a China. Una semana. También irá brevemente a los paralímpicos de París. Y tiene a finales de mes, claro, la cita con la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York. Todo ello, casi recién llegado de su polémica gira por Africa. Al presidente le gusta viajar, y no me parece que ello sea, como hace el Partido Popular, motivo de crítica: no creo que sea un mero afán escapista, como le achacan. En todo caso, lo que me preocupa no es lo que trate en sus desplazamientos para ver a otros mandatarios, sino lo que planea en el interior. Y ¿qué es lo que planea?

Lo primero, nos ha sorprendido con una noticia que no debería serlo tanto: se adelanta un año el congreso federal del PSOE, el 41. Supongo que este tendrá más contenido programático que el anterior, celebrado en octubre de 2021 en Valencia y del que salió una dirección que ha variado sustancialmente desde entonces: la ‘número dos’ del partido, Adriana Lastra, se marchó precipitadamente y entró a sustituirla nada menos que la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Una decisión inexplicable, seguida de otras para que ministros copasen, en confusa amalgama, puestos clave en la dirección del partido.

Sospecho que Sánchez está haciendo ‘listas’ de ‘ministrables’ y de ‘secretariables’, cada uno por su lado, y tengo también la impresión de que la señora Montero y Santos Cerdán no seguirán al frente de la formación socialista, convertida en un movimiento presidencialista controlado por una sola persona, Pedro Sánchez. Que es quien controla unipersonalmente el Gobierno y quien ha decretado la ocupación de instituciones que van desde la agencia Efe y TVE hasta el Instituto Nacional de Estadística, pasando por la Fiscalía, el Constitucional, los letrados del Congreso y un largo etcétera, a lo que quizá –espero que lo de José Luis Escrivá sea solamente una estrategia negociadora, y no un propósito consumado– habría que sumar el Banco de España.

Si exceptuamos lo que ocurre en una mayoría de Comunidades Autónomas, en manos del PP, y en el Senado, la verdad es que pocos presidentes del Gobierno han tenido tanto poder ‘individualizado’ como Pedro Sánchez. Y, al tiempo, pocas veces este poder ha sido más frágil: es muy improbable que vuelva a tener la ‘mayoría Frankenstein’ en la Cámara Baja, donde controla por completo las voces de su grupo parlamentario, como al comité federal y la ejecutiva del PSOE, pero seguramente no podrá aprobar los Presupuestos, y será el segundo año que esto ocurra. Y llega septiembre con la hostilidad judicial, mediática y ciudadana –a las encuestas me remito— que se adensa en torno a la figura del inquilino de La Moncloa. Para no citar, claro, el acoso al que un juez le somete por las actividades de la señora Gómez. Un juez contra el que el presidente ha ampliado su querella por prevaricación.

Con el anuncio de que en noviembre celebrará el congreso del partido  –y no puede ser un congreso triunfal, carente de contenido político, como el anterior–, yo diría que Sánchez nos está hablando de importantes relevos en el aparato que le rodea, tanto en el Gobierno como en la cúpula del PSOE: el engranaje no funciona. Pero también nos está lanzando el mensaje de que pierdan toda esperanza los que piensan –pensamos—en la conveniencia de unas elecciones generales nuevamente anticipadas: no se convoca un congreso mientras se hacen preparativos para una campaña electoral.

También, con lo de Andorra, nos indica que está en plena forma y que este otoño va a pedalear a su aire. Tengo la impresión de que le aguardan varios tourmalets que no podrá saltar tan fácilmente como si fuesen una mera línea roja: entre unas cosas y otras, llegar a la meta deseada se le está poniendo, me parece, casi imposible.

fjauregui@periodismo2030.com

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