Los comentaristas políticos a veces nos equivocamos; cómo no hacerlo en un país donde lo imprevisible es lo más previsible, en una nación que vive a golpe de ocurrencias e improvisaciones, de demasías e inveracidades. Sabíamos, así, que los socialistas gallegos se iban a despeñar; lo que resultaba difícil de medir era hasta qué punto la derrota cosechada en Galicia iba a repercutir tanto en la moral de la tropa del PSOE, un desánimo acrecentado por las insuficientes y poco convincentes explicaciones dadas tras lo ocurrido por Pedro Sánchez ante la ejecutiva de su partido.
No espero, claro, ningún discurso aclaratorio del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE acerca de si en Ferraz (y en Moncloa) han entendido el mensaje y cómo piensan ponerle remedio: desde luego, tal discurso no ocurrirá en la sesión de control parlamentario de este miércoles, en la que Feijoo le pedirá que aclare qué va a hacer ahora con el Ejecutivo. Es el caso que ahora, ya casi olvidados los comicios gallegos, se abren varias hipótesis de trabajo ante el futuro político de la nación:
1- Sánchez actúa como si no hubiera ocurrido nada, sigue adelante con el intento de aprobación de la proposición de ley Orgánica de la amnistía, admitiendo que su aprobación o rechazo depende del humor de Puigdemont… y, claro, de las nuevas contrapartidas que el prófugo obtenga. Me parece, ahora, lo más probable: seguir en la cuerda floja.
2- Sánchez da un giro a su política de alianzas, se distancia de Junts y se arriesga a sufrir una moción de censura, a la vista del rechazo que está suscitando toda la tramitación de la amnistía, que supone cruzar, demasiado patentemente, no pocas líneas rojas y evidenciar excesivas contradicciones con lo dicho en el pasado no tan lejano.
3- Sánchez, asegurando de inicio que va a completar la Legislatura, gana tiempo y se prepara para las elecciones vascas (probablemente abril), donde, aun con malos resultados, podría llegar a gobernar con el PNV en la lehendakaritza, y, sobre todo, para las europeas, donde, en cualquier caso, las perspectivas de PSOE y de Sumar no son demasiado buenas.
4- Sánchez se parapeta hasta las elecciones catalanas (quizá comienzos de 2025), prorroga Presupuestos si no llega a un acuerdo con sus socios y se prepara para adelantar el fin de la Legislatura a comienzos de 2025, dando por seguro que el apoyo de Junts, aunque Puigdemont haya podido regresar ya a Cataluña porque la amnistía se aprueba, habrá llegado a su fin para entonces. Eso, suponiendo, claro, que Junts apoye los Presupuestos, cosa que la portavoz parlamentaria Miriam Nogueras va a poner en cuestión en las próximas horas en la sesión de control en el Congreso.
5- Sánchez se anima a dar ‘el salto a Europa’, tratando de ocupar el puesto vacante de Charles Michel al frente del Consejo Europeo, y con su aliada Ursula von der Leyen manteniéndose en la presidencia de la Comisión Europea. Un panorama mucho más cómodo y placentero, y Sánchez lo sabe, que el inquieto paisaje interno, que para el presidente español y su partido se va degradando. Ello abriría las especulaciones sobre la sucesión de Sánchez al frente del Gobierno y del propio PSOE, que tendría que modificar muchos de sus planteamientos de cara su 41 congreso, en 2025, si no se adelanta, cosa que me parece casi segura, porque el partido, con esta dirección, no puede seguir.
6- Adviértase que ninguna de estas especulaciones -que van más allá de la mera ‘futurología política’- contemplan como lo más probable que Sánchez logre agotar la Legislatura hasta 2027. Son demasiadas las cosas que forzosamente tendrán que ocurrir mucho antes de eso y que requerirán de un giro drástico en la política nacional en medio de un panorama internacional inquietante.
Porque aquí pueden concurrir muchos factores que condicionen la Legislatura. Desde el conflicto, muy grave, con los jueces hasta la posibilidad de que Puigdemont pueda o no mantener su escaño europeo sin jurar la Constitución en tierra española, lo que se antoja harto complicado. Pasando, claro, por la incertidumbre que empieza a reinar en Ferraz acerca de la utilidad de la coalición con Sumar, que cada vez más busca caminos propios para desarrollar una actividad política que parece haber dejado de dar resultado y que quiere, obviamente, distanciarse de la del PSOE.
Claro que estas hipótesis ‘de trabajo’ no se han desatado de golpe tras los resultados de las elecciones gallegas. El deterioro de la política española, quiérase presentar como fuere, es palpable, y la tramitación, zigzagueante y como a trompicones, de la amnistía no ayuda: el presidente y su círculo más cercano se están dejando demasiadas plumas en la gatera, y el descontento con esa política va más allá, mucho más allá, de los resultados obtenidos en las elecciones gallegas. Es precisa una redefinición completa de la izquierda española, so pena de que ocurra en nuestro país lo mismo que sucedió en Francia, en Italia o en Grecia (o incluso en los países nórdicos), ejemplos no muy lejanos al fin y al cabo. Aquí, en la lista de las hipótesis posibles a medio plazo (esta sería la séptima), una ‘pasada por la derecha’ empieza a antojarse lo más verosímil si no hay un brusco, pronto y se me antoja que improbable giro de timón.
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