El horror

Este es un lunes que debería ser triste. No porque regresemos de una semana espléndida de vacaciones. A mí me siguen impresionando las cifras, horribles, de muertos en carretera. No me acostumbro a ver las ambulancias recogiendo cadáveres y todos pasando como si tal, con no más que una mirada de curiosidad morbosa. Estoy un poco harto de escuchar al director de Tráfico hablar de imprudencias, de conductores alcohólicos o cocainómanos, de excesiva velocidad…Todo ello puede que sea verdad, sin duda lo es, pero también lo es la pésima información en las carreteras, que nos distrae, la aglomeración urbanística, que provoca atascos innecesarios y la falta de planificación de las salidas y entradas. Le queda mucho por hacer a la DGT y también, cómo no, al Ministerio de Fomento.

Por cierto, ¿sabíais que en España se consume la mitad del cemento que se utiliza en Europa? Pues sí, y eso tiene también bastante que ver con los accidentes de tráfico: ¿por qué se construyen paus a la entrada de Madrid sin posibilidad de infraestructuras, cuando en la capital hay medio millón de casas vacías? ¿Se piensa en el tráfico cuando se planifica (es un decir) urbanísticamente? ¿Desde cuándo no se cambian algunos carteles que dan información errónea, equívoca o incompleta y que provocan la distracción de los conductores?

No se trata solamente, don Pere Navarro, de reprimir y asustar al conductor, aunque a algunos les haga buena falta. Si quieren un pacto de Estado, como dicen en la DGT, que empiecen a pactar con ellos mismos, con los constructores, con los concejales de Urbanismo, con los alcaldes, con los presidentes autonómicos, con los ministros…y luego, con nosotros, los automovilistas, que bastante sufridos y paganos somos como para que se sugiera que quienes mueren en las carreteras lo hacían porque estaban borrachos, drogados o eran casi homicidas o suicidas por ir a 140 por hora.

4 respuestas

  1. Además hay que pensar en todas las personas que han quedado días y días en hospitales y que puede que queden con alguna secuela para el resto de sus días.

  2. Carmen tiene toda la razón.
    Lo que no me parece bien es insultar a los que se piñan. Vale, yo soy la primera que disfruto al volante pero trato de ser responsable. ¿Si me piño me insultarán las autoridades de la DGT?

  3. Hablar de planificación en este país es como mentar a la soga en casa del ahorcado, si no puede haber consenso para ninguna política a más de dos años vista, ¿son capaces de consensos para panificar unas carreteras o unos planes urbanísticos?, desgraciadamente esto es España y el que entra de nuevas a gobernar en un ayuntamiento, dipiutación o lo que sea empieza por cargarse lo que hizo el anterior. De ahí tanto gasto en cemento.

  4. De acuerdo, atemorizar al conductor no es la única medida. Sería necesario mejores infraestructuras, buenas carreteras, una señalización más eficiente y todo eso. Pero también se reducirían multas con una serie de políticas severas, más allá de que los conductores vayan mamados, o puestos de coca. Por ejemplo: en un trayecto de 50 kilómetros de autopista que hago frecuentemente no hay día que no pase un gilipollas a 200 por hora, dándote las luces e incluso pitándote si estás en el carril rápido adelantando a un camión. Subnormales a 250 por hora en moto. Histéricos que intentan adelantarte, que incluso lo hacen por la derecha. Este tipo de cosas tendrían que estar penadas y perseguidas. Si se retiraran quince o veinte licencias en un par de semanas por estos motivos, estoy seguro de que sería mucho menos frecuente. ¿Donde está la Guardia Civil en estos casos? ¿Por qué se limita a pillar borrachos? No lo digo con doble sentido, es simplemente que no lo entiendo. En serio.

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