El ‘procés’ anda mal; luego son buenas noticias…

Buenas noticias (según para quién, claro): se diría que el ‘procés’ independentista se desinfla algo. Algo. O que, según para quién, naturalmente, los ‘indepes’ están recibiendo malas noticias, que para otros, entre los que me incluyo, no dejan de ser buenas. El ‘juicio del siglo’ entra en una fase de indiferencia para la ciudadanía; el Rey afianza su papel merced a una, por fin, estrategia bien pensada y mejor ejecutada; la huelga ‘general’ de este jueves en Cataluña no pasó de ser una huelga con seguimiento más bien de cabo furriel; en Europa no quieren saber nada de los maniobras de Puigdemont y de su ‘subordinado’ el presidente de la Generalitat, Quim Torra. Añádase a eso que el secesionismo se está dividiendo a ojos vista y tendremos un panorama que cualquier negociador consideraría ideal para lograr un triunfo. Eso sería, claro, si del lado de acá tuviésemos un gran negociador. ¿Lo tenemos?

Cierto es que el proceso que se sigue en el Tribunal Supremo contra doce cabecillas del intento de golpe de Estado en 2017 se va diluyendo sin que los acontecimientos justifiquen las aprensiones que todos teníamos ante este ‘juicio del siglo’: el interés decrece y la pasión manifestante en Cataluña también, porque lo cierto es que la huelga general decretada para este jueves por el sindicato independentista, en unión de la mismísima Generalitat, no dio los frutos apetecidos para los organizadores. Todo quedó en una algarada animada apenas por la CUP y los CDR, que aparentemente cada vez tienen más hartos a los catalanes en general. Y no sin razón, por cierto.

Por otra parte, crece la sensación de que la distancia entre las diversas fuerzas separatistas se acrecienta. No solo porque en el juicio se evidencien muy diferentes estrategias de defensa por parte de los procesados; es que las relaciones entre Puigdemont y algunos de los líderes de Esquerra, por ejemplo, son peores que pésimas, y ambas partes andan a la greña en busca de la hegemonía en la votación del 28 de abril. ¿Quién acudirá al Parlamento español a defender, desde su escaño, las tesis separatistas? No algunos de los actuales diputados, desde luego: algunos, por su tibieza en la defensa del secesionismo más primario, pueden quedarse en el banquillo.

Y luego está la sensación, que ya ha llegado a Cataluña, de que al fin alguien ha encontrado una estrategia de defensa del sistema y de su máximo representante, el Rey. La actuación de Don Felipe en su discurso recibiendo el ‘nobel del mundo jurídico’, ante centenares de abogados de todo el mundo, ha sido elogiada incluso por sectores acérrimamente republicanos, según me consta.

La convocatoria de elecciones, con la disolución anticipada de las Cortes, ha sido un evidente jarro de agua fría sobre las cabezas de los independentistas. Ya no podrán seguir tirando de la cuerda de Pedro Sánchez, que ha dado pasos definitivos, creo, en el sentido de que nunca más tendrá España un ‘Gobierno Frankenstein’ semejante al que estuvimos a punto de tener. O incluso tuvimos. El presidente ha cometido, sin duda, errores, y graves, pero los secesionistas, desde luego involuntariamente, le han hecho bueno con sus desmedidas exigencias, a las que ningún Gobierno de España podría acceder si quiere sobrevivir políticamente.

Así que, con libro o sin libro –algunos ‘forofos’ del sanchismo incluso piensan que las bromas que ha suscitado el volumen presentado este jueves son buenas para el inicio de la campaña, “donde solo se habla de Pedro Sánchez, aunque sea para mal”–, lo cierto es que el inquilino de La Moncloa, aupado encima por las encuestas, parece encarar este período pre electoral desde la euforia. Podemos, que un día se atrevió a soñar con el ‘sorpasso’, está desbordado y en desbandada; el ‘frente opositor’ está permitiendo que se le califique como de ultraderecha, lo que no le viene poco bien a un Gobierno que quiere alzarse con la bandera de la socialdemocracia europea. Las bromas sobre el libro, primando sobre las carencias más serias en la gobernación del Estado y distrayendo con ello a los críticos. Por si faltaba algo, la carta del Vaticano alentando, de alguna manera –al menos, en la versión monclovita–, la salida de Franco del Valle de los Caídos, lo que le permite a Sánchez una confrontación directa apenas con la familia y los sectores más ‘ultras’, pero no con la Iglesia.

Yo diría que este Sánchez, a falta de algunas cualidades –otras sí las tiene, ojo–, es un tipo con suerte. Y si el enemigo se equivoca, que todo parece que anda en vías de ello, es capaz hasta de seguir una temporada larga en el palacio de la Cuesta de las Perdices. Estadista, lo que se dice estadista, no será; pero anda que resistente…Y, encima, mimado por la veleidosa diosa Fortuna.

fjauregui@educa2020.es

Y, para colmo, ya digo, el ‘procés’, que parece que empieza a pinchar

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