Qué lejos quedan las playas de mi Cantabria, qué lejos el tiempo plomizo y tibio. Qué triste regreso a la política del ‘bread and butter’, de lo posible y no de lo deseable. Menos mal que ha comenzado la batalla campal de las radios (confieso que lo he pasado bomba en las tertulias de Félix Madero y Pepa Sastre este lunes y martes) y que hay gestos de frescor político, como el del coordinador de IU, Cayo Lara, con la tricolor en la solapa a ver al Rey. A un monárquico (crítico) como yo le gusta ver de cuando en cuando estos gestos de imagen audaces, estas manos tendidas al diálogo que no proliferan tanto en Moncloa (o en Génova) como en Zarzuela.
Va ser este, en fin, un curso duro, lleno de avatares, de broncas, de rumores, de griposos, de aventureros políticos y de tontos; si los tontos (voluntariamente tontos) volasen, el sol se oscurecería, dijo alguien que por lo visto presumía de no ser uno de los voladores.
Aquí estamos, ya definitivamente instalados en lo provisional. As usual.
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