Nunca un gobierno tan joven como este, que cumple dos meses de vida precisamente este 13 de marzo, se había enfrentado a retos semejantes. Nunca con uno de sus miembros, al menos, infectado por un virus que es una pandemia y el resto del Gabinete pendiente del resultado de las pruebas médicas correspondientes, lo mismo que el jefe del Estado y su esposa. Nunca una rueda de prensa sin periodistas presentes por temor a contagios. Jamás en medio de una tensión social derivada de que millones de ciudadanos son conscientes de que han cambiado de manera dramática sus vidas.
No soy capaz de entrar a valorar en profundidad el alcance de las medidas que anunció, tras demorar más de una hora su presencia ante las cámaras de televisión, el presidente Pedro Sánchez. Tampoco opinaré sobre si fue demasiado pronto o demasiado tarde cuando estas medidas –con especial incidencia en las económicas—se pusieron en marcha. Las cantidades fueron juzgadas de insuficientes, y eso era esperable, por los afectados, sobre todo en el sector turístico. Una catástrofe.
Solo puedo decir que este Gobierno de los dos meses tiene en sus manos el bienestar de toda la ciudadanía, de cuarenta y siete millones de españoles. Y que no está solo: nos tiene a todos, con un excepcional comportamiento del conjunto de los españoles, ayudando. Y a los países europeos coordinando acciones que puede que vayan a ser duras: cierres de fronteras, restricciones a las exportaciones e importaciones, ya veremos hasta dónde llegan las cosas. Y a la oposición, por esta vez, en modo de prudencia. Sánchez y su equipo tienen que aprovecharse de ello.
No es hora de hacer reproches, insisto: pero me quedan dudas sobre si habrá más cierres de espacios aéreos y terrestres, sobre la insuficiencia evidente de los servicios de atención sanitaria, sobre la organización o no tanto de los servicios administrativos, parte de ellos en pánico. Obre si debería o no haberse decretado un estado de emergencia o de alarma para evitar concentraciones, mítines, elecciones inminentes que no deben celebrarse.
Personalmente, confieso que, más allá de restringir al máximo mis actividades profesionales y sociales de todo tipo, no sé qué hacer. La comparecencia del presidente Sánchez no me asegura que no vaya a decretarse, en unos días, ese estado de alarma, quién sabe si necesario. Ni me ha garantizado que mis derechos políticos, con el cierre del Parlamento y la restricción de las actividades judiciales, vayan a seguir en vigor. Creo que esa rueda de prensa ‘telemática’ merecía más preguntas y muchas más respuestas. Una vez más, el gobernante se ha quitado de encima, como mejor la podido y sabido, a los gobernados.
No quisiera decirlo, pero me obligo a ello: me parece que este Gobierno, inexperto en estas lides –¿cómo no serlo?—no sabe muy bien qué va a hacer a continuación. No debo ser el único que tiene esta sensación, y ello me asusta. Es hora de dar más protagonismo a la sociedad civil, a las iniciativas particulares, esas que jamás, jamás, se han alentado en España. Todo se ha fiado a la disciplina de las gentes, y esa disciplina está siendo, hasta el momento, me parece, ejemplar. Pero eso, con ser esencial, no basta.
Creo que, cuando esto pase –que pasará, cueste lo que cueste, que será mucho–, tendremos que reflexionar sobre nuevas maneras de gobernarnos, sobre nuevas formas de ejercer el poder ciudadano. Ha habido, sí, fallos de todos y en muchos órdenes, incluyendo en eso a muchos de nosotros, los que representamos a los medios de comunicación, cómo no. Que eso nos sirva para meditar que otras formas de organización social, laboral, económica, jerárquica, son posibles. Hay que sacar enseñanzas de esta crisis que es casi un apocalipsis. Yo escuché este jueves a Pedro Sánchez en su soliloquio disfrazado de rueda de prensa en La Moncloa y me pareció un hombre acorralado, que solo ha podido disfrutar de dos meses de su poder monclovita, tan trabajosamente conseguido.
Nada volverá a ser igual tras estos dos meses. Sánchez y su gobierno en cuarentena deben saberlo. Nosotros, quizá en la fase previa a la cuarentena, también.
fjauregui@educa2020.es
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