Lo decíamos en un post de la pasada semana: a ZP se le acaban los pretextos para no cambair a sus ministros; pues bien, empieza el baile, que siempre es un espectáculo para quienes disfrutamos viendo desde la barrera la cosa política.
SE abrió un melón que lleva muchos meses abierto: el de la presumiblemente cercana crisis –o minicrisis, o remodelación, o recambios—de Gobierno. Un tema recurrente que Zapatero tiene que abordar, pero del que da la impresión de que va huyendo. Pretender limitar la remodelación ministerial al titular de Trabajo, Celestino Corbacho, porque se va a pelear las elecciones en Cataluña, y, acaso, a Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad, porque anda en su lucha de primarias con Tomas Gómez, sería un error mayúsculo. El actual Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero no necesita solamente un par de recambios para tapar agujeros en las listas electorales –y ya veremos si, al final, contraviniendo toda lógica, no se mantiene en Sanidad a ‘Trini’, hasta comprobar si gana o pierde su pulso con Gómez–: precisa una remodelación a fondo, una crisis que afecte a la estructura del Gobierno y a las ideas que lo animan, si es que tales ideas se mantienen y no han sido completamente ofuscadas por el desgaste del poder, por el agotamiento, por la coyuntura adversa.
Zapatero tendría, pienso, que fortalecer un ‘núcleo duro’ de su Gobierno, potenciando a los ministros verdaderamente representativos, y eliminar –entre otras cosas porque existen dos resoluciones parlamentarias al respecto— algunos ministerios, o convertirlos en secretarías de Estado dependientes de otro Departamento.
Y ¿quiénes están, a mi juicio, en ese ‘núcleo duro’? Indudablemente, el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba; la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega –aunque últimamente su sintonía con Zapatero no sea la misma que hace seis años, lo que resulta lógico–; la ministra de Defensa, Carme Chacón; acaso el ministro de Exteriores –a quien también se da por saliente, dado su interés por presentarse a las elecciones para la alcaldía de Córdoba–, Miguel Angel Moratinos; puede que el titular de Educación, Angel Gabilondo, pese a su no adscripción partidaria…y poco más. Todo el resto del elenco es prescindible, sustituible o modificable, desde el área económica hasta la cultural o la social.
El titular de Fomento, José Blanco, también indudablemente en ese ‘núcleo duro’, tendría forzosamente que cambiar algunos comportamientos partidistas y refrenar una borrachera de poder que le está haciendo ser cuestionado por no pocos militantes socialistas ‘de base’…y no tan de base. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, no carece, sin duda, de personalidad, pero no todas sus ideas, ni el desarrollo de las mismas, han sido afortunados. El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, es persona seria, parece que competente, aunque cuestionada en algunos ámbitos (inevitable, dado el estado de nuestra Justicia). Los ministerios de Vivienda, Cultura, Igualdad, Ciencia y Tecnología y la vicepresidencia tercera, desempeñada por alguien del peso político de Manuel Chaves (presidente del PSOE), simplemente sobran o podrían transformarse en secretarías de Estado, dependientes de alguna vicepresidencia del citado ‘núcleo duro’. Medio Rural y Medio Ambiente (y medio marino) se ha convertido en un cajón de sastre, bien regido por una ministra que odia el relumbrón, Elena Espinosa: es un Departamento que tiene que existir, cambiando, claro está, su actual denominación y deslindando claramente las funciones, cada vez más importantes, de Medio Ambiente, respecto de las de agricultura y pesca.
El área económica no ha dado los resultados apetecidos y es donde, acaso, se haga precisa una labor quirúrgica más delicada, como es evidente a raíz de los bandazos, contradicciones, globos sonda y previsiones fracasadas registrados en los últimos meses. Se hace patente en este campo el desconocimiento del presidente en la materia y la existencia de una pluralidad de asesores y semi-responsables que precisan de una urgente coordinación. No es buena idea que sea el propio Zapatero quien presida el ‘cónclave’ de ministros del sector: debería hacerlo el/la vicepresidente/a económica. Pero sobre Elena Salgado han pesado demasiados condicionamientos, comenzando por la pronta dimisión del secretario de Estado de Economía, David Vegara, y algunos roces con altos cargos de se y otros departamentos, como para hacer plenamente fructífera su gestión.
A la vista de este panorama, parece claro que Zapatero ha perdido mucho tiempo a la hora de remodelar su Gobierno, que tiene poco más de un año de vida, pero un desgaste acumulado considerable. Hora es ya de ponerse manos a la obra, sin dilaciones cosméticas, abandonando esa vieja tozudez, que acaba por afectar a todo inquilino de La Moncloa, que insiste en decir “a mí, la prensa no me hace la crisis”. En este caso, la necesidad de la crisis es un clamor que trasciende a las páginas de los periódicos y a las tertulias de radio.
Deja una respuesta