Nunca he sido demasiado partidario de sacar rédito periodístico de todos esos ‘días de…’ que conmemoran cualquier cosa y jalonan el año: escribir sobre eso, sobre lo que la jornada nos imponía, me parecía un recurso fácil y escaso de imaginación. Pero esta vez sí me gustaría que los lectores me acompañasen en la celebración del ‘día mundial de la libertad de expresión’, que se celebra este 3 de mayo coincidiendo con la jornada de reflexión, tras una increíble campaña, antes de las elecciones del martes en Madrid. Y es que esta campaña, encima en plena pandemia, ha sido un atentado constante a cualquier regla de transparencia y un período pródigo en violaciones a cuanto signifiquen las aspiraciones de los periodistas por conseguir, y realizar, una información objetiva y veraz.
Dicen que la primera víctima en las guerras es la verdad. Una campaña electoral es, de alguna manera, una guerra en la que todos, cierto que unos más y otros menos, son capaces de matar a la verdad, a la objetividad y hasta a la verosimilitud. Esta que ahora concluye ha sido una auténtica contienda de eslóganes, ‘fascistas’ contra ‘bolcheviques-comunistas’, un tiempo en el que se ha hablado de violencias inexistentes, de frentismos casi guerracivilistas. Y en la que ha habido hasta misteriosas cartas-bala, dialécticamente disparadas por todos contra todos, y una no tan misteriosa carta-navaja, obra esta última de un demente de quien, por una cierta proximidad familiar, he podido tener abundante noticia y que provocó alguna reacción ministerial digna de bochorno y de disculpas nunca presentadas. En fin, mejor dejar este asunto y otros, también surgidos de golpe en la recta final, como el presunto matonismo extremista de algún escolta de uno de los candidatos: todo ha sido ruido.
No, no ha habido ideas constructivas en los programas y, si las había, no se nos han transmitido a los periodistas. Ha sido una campaña polarizada en personajes, alguno de los cuales, como el candidato de Unidas Podemos y ex vicepresidente del Gobierno, han dado especiales muestras de opacidad informativa, al tiempo que nos anunciaba que su futuro estará en el ‘periodismo crítico’. Una dejación de funciones políticas que ignoro qué traducción tendrá el martes en los resultados en las urnas: desde luego, ese paso del futuro ‘colega’ poco va a ayudar al concepto que muchos tenemos de una libertad de expresión que él nunca ha defendido. Los informadores deberíamos abrir una profunda reflexión, ahora que entramos en una nueva etapa de vacunaciones y esperanza, acerca de lo que ha sido la (des)información durante la pandemia y solo en parte por culpa de la pandemia, y lo que ha sido la (anti)información, de eslóganes y simplezas, tantas veces comprados de manera acrítica por los medios, a lo largo de la campaña y antes y después de ella.
Está siendo esta una etapa muy atípica en nuestras vidas, y me refiero ahora en concreto a las de los profesionales de la información, que quizá no siempre hemos sabido acertar a la hora de encarar la que se nos venía encima, aunque muchos compañeros y medios hayan dado un casi heroico ejemplo de cumplimiento de su deber. Quizá por ello, la sociedad tampoco ha sido demasiado crítica con nosotros, los informadores. Y también por eso mismo, quizá esta jornada dedicada a la libertad de expresión sea un buen momento, un momento irrepetible, para reflexionar sobre fallos y aciertos, una vez superados los fastos de la fiesta regional, los cierres de campaña y los festejos taurinos, que también cooperaron lo suyo a la publicidad institucional y a difuminar lo importante en las arenas movedizas de lo solo interesante.
Porque a partir de este 4 de mayo, sea cual sea el resultado de las votaciones, se abre un período en el que políticamente van a ocurrir muchas cosas, con figuras que se eclipsan y otras, casi desconocidas hace unos meses, que se potencian, todo lo cual derivará en nuevas políticas, nuevos acuerdos, esperemos que nuevos talantes y nuevos talentos. Pero dejemos los pronósticos para otro día: hoy, lo que toca es hablar de esa libertad, la de expresión, que tan malparada está saliendo de estos días, de estos meses, oprobiosos.
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