Se me ha ocurrido el titular leyendo lo que ayer dijo –no por primera vez– Mariano Rajoy en Ciudad Real:»Esto es de coña». Con esta frase tan poco elaborada, muy suya, resumía el líder de la oposición lo que está ocurriendo, que sí, que es bastante de coña. El gran dislate nacional. Lo de Ocaña, el pobre secretaro de Estado a quien se le ocurrió sugerir que quizá haya que tocar el sueldo de los funcionarios, es de coña. O lo que es de coña son los desmentidos gubernamentales a lo que el propio Gobierno dice. O las contradicciones entre Esperanza Aguirre y Cospedal, en el otro bando. O las cosas que nos dice ese santo líder espiritual que es monseñor Martínez Camino.
Ya digo: si no fuese porque no sabemos hacia dónde coño nos llevan unos y otros, esto sería de coña. A ver si esta semana próxima empiezan a arreglar esto de los pactos (yo quiero ser optimista) y nos encoñamos un poco más con estos representantes públicos que, en un lado y otro, tenemos. Porque lo que es hoy en día, la desafección es total, y deberían saberlo, qué coño.Entre Ocaña, la coña y la campaña: así está España, con perdón. Más caña.
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