Atribuyen a un presunto informe de los servicios de inteligencia, y lo mismo dicen de ‘fuentes policiales’, la ‘información’ de que la banda ETA, lejos de estar en proceso de liquidación, estaría casi renaciendo, entrenándose para sus atentados, recolectando dinero mediante nuevos chantajes a los empresarios. Desconozco ese tal informe del Centro Nacional de Inteligencia, y las escasas fuentes policiales que manejo piensan, más bien al contrario, que la banda del horror y del terror está languideciendo, con ‘sus’ presos divididos -algunos expulsados, otros dimitidos–, con sus cabecillas de las últimas generaciones en las cárceles, fuera del santuario francés y sin encontrar sustituto…Y, desde luego, ‘trufados’, infiltrados, por los servicios policiales.
Ahora mismo, cuando los etarras se han quedado sin los apoyos explícitos del que fuera su ‘brazo político’, Batasuna y cuando hay un acuerdo explícito entre socialistas y populares en cuanto a la estrategia a seguir contra el terror, me da la impresión de que todo el ruido en torno a ETA no hace sino aumentar la confusión: hay ministros, que no son el del ramo, que aseguran que ETA se acaba; hay filtraciones, yo creo que interesadas, de presuntos o reales informes del CNI, de la policía, de lo que piensan o no hacer los batasunos…
Y se está organizando una polémica, me parece que altamente inconveniente, en la sociedad política y en la sociedad civil: no faltan quienes opinan, sin mayor acopio de datos, que lo que trata Batasuna es de forzar su legalización ante las próximas elecciones municipales; otros, tampoco apoyados por hechos categóricos, creen que los ‘abertzales’ están sinceramente propiciando su alejamiento de los ‘duros’ que aún permanecen en la banda, cuyo contacto es infeccioso. Unos ministros dicen unas cosas, otros otras, lo mismo que los policías y los guardias civiles.
Mientras, el único que calla es el hombre sobre cuyos hombros recae la responsabilidad más directa de lidiar con la banda. Aún no ha llegado el momento, parece, para que Alfredo Pérez Rubalcaba comunique a la ciudadanía sus proyectos, que nos asegure qué terreno estamos pisando: la sensación que cunde es la de que él sabe mucho, teje y testeje…pero el hombre de la calle no sabe nada, quizá porque el ubicuo todopoderoso no considera conveniente que el ciudadano de a pie se entere de los complicados mimbres del Estado. Y, cuando un gobernante piensa y actúa así, la consecuencia siempre es la misma: aumenta la desconfianza hacia ese gobernante, y pensamos que nos oculta información o, peor aún, como en el caso de las filtraciones sobre el renacimiento de ETA, nos sentimos tentados de creer que ‘alguien’, desde arriba, está moviendo los hilos de esa información.
¿Estamos en un Estado maquiavélico (lo que podría no ser tan malo, sabiéndolo) o estamos en un Estado-improvisación, un Estado-víctima?
Por cierto: a Rubalcaba le gusta bien poco que le comparecn con Maquiavelo.
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