Quizá se pueda discrepar en algo del lenguaje y de la redacción, pero me declaro muy de acuerdo, porque es tema del que incluso he tenido ocasión de hablar últimamente en algún medio de comunicación, con una carta llegada a nuestra línea crítica. Esta carta me ha sorprendido por su grado de indignación y porque me parece que debe reflejar el estado de ánimo de más de un ciudadano. Yo, personalmente, estoy en esta sintonía, hoy más que nunca:
"¿Y nos preguntáis en este periódico que qué nos parece? Que se vayan a la m…Construyen como locos, recalifican terrenos rústicos para construir y forrarse, planifican mal urbanísticamente, para seguir forrándose, no tienen huevos para planificar, en una ciudad como Madrid, la carga y descarga, protegen a sus amigos los florentinos para que sigan construyendo y abigarrando el tráfico, y tienen los santos huevos de imponernos otro impuesto por contaminar con los coches diesel, que son más baratos porque nos asfixian con impuestos a la gasolina. Es para indignarse ¿o seguiremos, pueblo de bueyes, sumisos con la cabeza baja, mugiendo nuestro agradecimiento porque hayan accedido a gobernarnos con nuestro dinero y nuestros votos? Somos idiotas, como suena. Ah, y el cabezón Gallardón nos quiere impedir circular con los coches viejos. Todo para los audis de Flortentino y de Fernández Tapias, y de Del Rivero, que son nuevecitos. Repito: que se vayan a la m-i-e-r-d-a. ¿O tampoco tenemos ya derecho al pataleo?"
Bueno, ya digo que acaso un poco extremado el fondo y un poco emborronada la forma, sin duda. Pero toda una síntesis de lo que podría ser una conferencia sobre las relaciones entre el poder y los administrados. ¿O debería decir súbditos?
Deja una respuesta