Perdón, llevo días alejado de este diario. He pasado, medio de trabajo medio de vacaciones, tres días en Estambul, aprovechando el ‘puente’ del Corpus, válido en Madrid. Una ciudad que conocía solamente de pasada, con paisajes urbanos inolvidables, únicos. Una inmersión en una civilización tan diferente a la nuestra, porque es una mezcla de culturas y de historias bastante ajenas a la nuestra. Me ha parecido –ya digo: las impresiones, en tres días, valen poco– que Turquía mira más hacia Oriente que hacia un Occidente que le da la espalda. Y tampoco esoy seguro de que este país, ‘occidentalizado’ a la fuerza por Ataturk, quiera y deba pertenecr a esta Unión Europea tan forzadamente ampliada a economías tan distintas –y distantes–.
El caso es que ahí he estado, disfrutando de las vistas al mítico Bósforo. Callejeando un poco, visitando mezquitas –la de ellas que hay en Estambul, Dios– y repasando el libro famoso de Orhan Pamuk, que no crean ustedes que me entusiasmó, aunque sea una lección de historia inmediata. He comprado uns grabados dicen que antiguos a precios irrisorios –aunque Turquía no está tan barata– y unos cuantos libros sobre la historia del Imperio Otomano, del que sabía, y sé, bastante poco.
Hay que viajar de cuando en cuando y salir de esta estrechez de miras en la que nos encerramos los españoles, tan dados al ombliguismo. Por cierto, ya sé que hay mucha gente que está padeciendo la crisis, y todos, incluyéndome, hemos sufrido recortes de mayor o menor cuantía en nuestros ingresos; pero la verdad es que allí había miles de españoles, muchos de ellos, por cierto, asistentes a una convención de Mapfre. Y el viaje, ni siquiera cuando lo haces algo ayudado por cuestiones profesionales, no es demasiado barato…
En fin, una inmersión en la Historia, en una Historia apasionante, que nos es tan lejana, y en el arte, un arte que igualmente nos sorprende por lo inédito para nosotros.
En cuanto pueda, descargo algún vídeo –malísimo, pero soy un torper en estas cuestiones– que he hecho…
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