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((un abrazo que puede ser el del oso. Menudo aliado es Pablo Iglesias…)
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Las fuentes esas que siempre te lo dicen todo algo tarde hablan de que tendremos gobierno en Navidad: Sánchez, presidente, matizado por Pablo Iglesias como vicepresidente que cuenta con ‘sus’ cuatro o cinco ministros. Y ya habrá habido, a estará a punto de producirse –vienen los reyes magos—la ‘pedrea’ de altos cargos, presidencias de empresas nacionales, antes las presidencias del Congreso y del Senado. No hablo de reparto del botín, porque así de acaparadora ha sido la política española desde hace muchos años. Pero sí digo que la distancia entre las dos Españas se agranda tras el sorpresivo pacto –sin preguntas, sin entrar en detalles– entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, dos personajes que a veces se aborrecen y a veces, ya se ve, parece que se quieren. Al menos, se abrazan ante Blas cámaras.
Todo, todos, han, hemos fallado para llegar a una solución que no gusta los empresarios, menos a la Banca –las cosas que Podemos ha dicho al respecto durante la campaña son para ser oídas–, ni a una parte consistente de España, concretamente a esa que obtuvo más votos, pero menos escaños, que la coalición ahora en ciernes. ¿Para esto fueron necesarias nuevas elecciones, gastar ciento treinta millones de euros, permitir que Vox se haga con más de medio centenar de escaños en la Cámara Baja? Ahí, ahí hay una clave: Vox. Los de la ‘coalición’ aseguran que, con su acuerdo, quieren frenar la posibilidad de que los de Abascal obtengan un centenar de diputados en unas hipotéticas nuevas elecciones. Y los del PP reconocen que, si no han dado el paso adelante valiente de ofrecer su abstención, con condiciones, a una investidura de Sánchez fue precisamente para evitar que Vox se quedase sola ‘en la oposición’.
Me duele pensar que la política española quede, así, condicionada por Vox, cuyo aumento electoral certifica el fracaso de los demás. Me duele casi tanto como darme cuenta de que de Esquerra Republicana de Catalunya, que no es partido precisamente amigo de la unidad española –perfecto derecho tienen a su ideología independentista, claro, pero…– ni de que España siga siendo un Reino, depende el hilvanado final de la coalición PSOE-Unidas Podemos. Eso va a influir, a su vez, en los acuerdos en Cataluña ante las próximas elecciones autonómicas. Pero, en fin, eso van a ser, como la posible excarcelación de Oriol Junqueras, apoyado, a todo esto, por el abogado general de la Unión Europea, segundas derivadas. Que de eso queda mucho. Cada cosa a su tiempo.
Lo primero, ese Gobierno antes de Navidad, que dicen. Si no surgen pugnas anticipadas por tal o cual nombre, tal o cual cargo: la ministra Calviño no gusta como vicepresidenta económica en el cuartel morado, Adriana Lastra dicen que quiere ser ministra –que eso mola mucho–y algunos enarcan las cejas, o ¿quién ocupará el despacho ‘grande’ de la vicepresidencia, sí, ese con cuadros de los mejores pintores españoles?.
Puede que tengamos un Consejo de Ministros antes de Navidad, porque ahora no es cuestión, Iglesias ha aprendido mucho de las dos veces anteriores, de ponerse a pelear por un Echenique más o menos. Todo llegará. Así que yo le auguro una vida no muy larga a ese equipo de poder, contra el que están las hemerotecas –ah, las cosas que se han dicho unos hoy aliados a otros, cuando no eran tan amigos ni se abrazaban precisamente–, los empresarios y banqueros –bueno, quizá se lo tengan merecido algunos–, los que no votaron al PSOE ni a IU. Y algunos que sí votaron al PSOE y se fiaron de la palabra de Sánchez contraria al acuerdo que se suscribió este martes. Y esos votos desencantados con Sánchez, que se sienten estafados por Sánchez, que ahora saben lo que vale la palabra de Sánchez, serán importantes en el futuro a corto plazo.
Ahora toca entretenernos en si Carmen Calvo seguirá de ‘vice’ –serían tres–, en si Errejón entrará en el Ejecutivo con Manuela Carmena, en cuánto poder podrá retener la señora Calviño, en qué pasará con la renovación en RTVE, del CNI, del Consejo del Poder Judicial, del Constitucional, de Paradores o de Aena. Por ejemplo. Eso será hasta año nuevo, o hasta que vengan los reyes (los magos, que ahora es el turno republicano); luego, tras haberse sentado en la poltrona, tocará gobernar. Como español, espero que no desacierten mucho. Como periodista, me apasiona todo este cúmulo de despropósitos. Como ciudadano que ha procurado mantener la equidistancia, me paso a la oposición, con perdón de Vox, maaadre mía…
fjauregui@educa2020.es
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