Esto está para largarse de aquí

Llevo cinco días dando vueltas por España como una peonza (prograsma ?Emprendedores 2020′) y cada vez que me asomo a los titulares de prensa me llevo un disgusto.

Que Rajoy y Rubalcaba se entrevisten durante tres horas y que luego no salgan a explicar a los españoles de qué han hablado ambos en nuestro nombre –porque son representantes de los españoles, ¿no?–, a mí personalmente, como ciudadano aún más que como periodista, me parece mal. El hermetismo de la política española resulta, cuántas veces se ha dicho, asfixiante.

Y esta impermeabilidad, este secretismo compartido, es una de las cosas que nos desprestigian en el exterior y provoca adhesiones a los indignados en el interior: se dan varias cifras –hasta la última astronómica—para el rescate de Bankia y nadie parece ansioso de explicaciones acerca de por qué algunos se equivocaron tanto en sus previsiones. ¿De verdad no hay que investigar la gestión pretérita de los responsables de la que fue Caja Madrid, seguro que no hay nada que preguntar acerca de la miopía en el Banco de España, cuyo gobernador ya está tardando en dimitir, por mucho que no sea el único culpable? ¿Será cierto que nadie va a acusar la torpeza con la que se ha manejado el estallido final de esta Bankia que ha perdido la mitad de su valor en dos semanas?

Debo reconocer que mi pertinaz optimismo se ve de cuando en cuando zarandeado por la lectura acumulada de las portadas de los periódicos: las instituciones, comenzando por la Corona, siguiendo por el poder judicial, el Constitucional, el banco emisor, la radiotelevisión pública, en plena tormenta; el asalto exterior a las joyas de la Corona bancarias y empresariales, para comprarlas más baratas, resulta ya más que evidente; las meteduras de pata de algunos dirigentes nacionalistas (véase la última, tan sonora, de Artur Mas) son tan clamorosas que disparan, todavía más, nuestra prima de riesgo. Tome usted todos estos datos, mire las imágenes energúmenas de algunos de los asistentes –compatriotas míos y de usted, aunque a ellos no les guste, quizá—a la famosa final de futbol y dígame si no hay materia para exigir una reacción firme, novedosa en ideas y en actitudes, por parte del Gobierno, de la oposición, de la clase política a la que hemos entregado los bártulos para que dirija este barco de todos.

A mi modo de ver, todo lo simplón acaso que usted quiera, es hora de que el Gobierno gobierne de verdad –oyendo a Bruselas, claro, pero no con la sumisión actual–, es hora de que la oposición colabore con el Gobierno por aquello de que cuatro o seis ojos ven más que dos. Y, así, quizá con un poco más de diálogo se evitarían muchos de los dislates que nos dejan tan atónitos en estas semanas de auténtica pasión.

Pero no: de momento, dos se juntan, al fin, tras tres meses de darse la espalda, y parece (porque ellos no se prestan a contárnoslo al completo) que todo lo que sacan tras tres horas de conversación previa al partido es que renovarán las instituciones que se están, literalmente, pudriendo, excepto, claro, RTVE. Pues para ese viaje no hacían falta tantas alforjas, la verdad. Así que, salvo que tengan a bien decirnos otra cosa que nos anime algo más, hay que reconocer que la semana ha acabado mal, bastante mal.

6 respuestas

  1. Si de verdad se quiere solucionar el gran problema español. Se debería hacer un gobierno de salvación nacional, proceso de responsabilidad urgente, anulando todos los errores que nos están impediendo el brutal endeudamiento. Una gestión que estimo no menor de diez años, poniendo a votación popular, los casos cambios que sean necesarios de modificación constitucional, donde se facilite y pongan las bases de un mayor trabajo productivo, reduciendo los improductivos y penalizando los casos de corrucción de todo tipo. Ley de incompatibilidades, eliminación de gastos, etc.etc. Todo lo que suponga poder competir con nuestros productos por buena calidad y menor coste, la creación de puestos de trabajo y controlar la emigración ilegal. De no hacerlo, será imposible sacar a España de esto.

  2. Pues lo siento, pero no decae mi pesimismo (rara avis).
    Esto es lo que he enviado a mi colmuna sindicada en Off the Record esta mañana, mientras oigo las campanas de la catedral de Burgos a mediodía:

    La semana política que empieza

    Un Estado solvente, como el que parece que queremos…

    Fernando Jáuregui

    Un Estado como el que creo que deseamos tiene que experimentar cambios drásticos ya en la manera de gobernarnos. Mariano Rajoy, sí, él y no otro, tiene que poner encima de la mesa la talla de estadista que yo sigo presumiéndole y responder, por la vía ejecutiva, a algunas de las muchas preguntas que me parece que nos estamos haciendo el conjunto de los españoles de a pie.

    Por ejemplo: ¿Cómo que no habrá comisión de investigación acerca de lo que ha ocurrido en Bankia? ¿Cómo que los españoles tendremos que pagar cerca de quinientos euros cada uno para sanear el banco que gestionaron, cuando era Caja, entre todos, aunque unos más que otros?¿Cómo que no habrá un debate parlamentario sobre la situación económica en la que nos deja el último dislate de nuestros responsables político-económicos?¿Dónde está la intervención del Banco de España cuando ‘nos han decidido’ así, sin más, sin mayores debates, que tendremos que sacar casi veinte mil millones de las arcas del Estado después de que, en días anteriores, nos diesen otras cifras sensiblemente inferiores? Y ¿por qué no es el ministro de Economía quien lo anuncia, y sí el nuevo máximo dirigente de Bankia?

    Un Estado que se precie no puede informar así, como quien no quiere la cosa y por boca del nuevo administrador –que ni siquiera ha tenido el gesto de renunciar a su sueldo–, de que se ha producido un socavón, que no un agujero, en el cuarto banco del país, que era la joya de la Corona, sin que se produzcan depuraciones de responsabilidades y, claro, dimisiones. La que debe presentar el gobernador del Banco de España, que aquí parece un convidado de piedra, es ya un clamor y hasta parece que el sucesor está ahí, aguardando a la puerta. El ministro de Economía no puede seguir revoloteando –cierto: acudió al Parlamento…antes de que Goirigolzarri nos informase de la cifra fatal– de plaza en plaza sin sentarse con la oposición y ver cómo se arregla esto, con o sin intervención europea de los bancos españoles. Que, por cierto, escasa culpa tiene la mayoría de ellos ante lo que les puede venir encima por una deficiente gestión de lo público.

    Un Estado solvente no puede anunciar un día que tiene el sistema bancario más potente de Europa (lo que, generalmente, no deja de ser cierto, en mi opinión) y al siguiente poner en tela de juicio todo el entramado. Ni puede mantener el silencio de Gobierno y oposición cuando, en momentos tan graves, se entrevistan sus líderes, como hicieron Rajoy y Rubalcaba el viernes; digo yo que de algo más habrán tratado que de la renovación del Tribunal Constitucional y del defensor del pueblo. O así lo espero, al menos.

    Un Estado democrático y ejemplar, como el que queremos, no puede ver desgastado en cuatro meses a un Gobierno que ganó por mayoría absoluta, no se puede sentir huérfano de oposición, ni saqueado por algunas instituciones que deberían ser ejemplares, con los ciudadanos despavoridos.

    Un Estado como el que creo que los españoles queremos tiene que tener ya algunas sonadas dimisiones encima de la mesa –sí, incluída la del presidente del Supremo–, exigir un acuerdo amplio entre Gobierno y oposiciones, mandar callar a algunos presidentes nacionalistas lenguaraces e imprudentes que hacen subir la prima de riesgo con sus tonterías. Y exigir un comportamiento coherente a algunos ministros, y me ahorro hacer la lista que se me pasa por la cabeza. Porque no nos interesa, en modo alguno, un desgaste más allá de lo razonable en un Gobierno ‘recortador’ pero que, en su conjunto, me parece que aún mantiene el sentido común. Quo vadis, España?

  3. De qué sirve que sean los representantes de los españoles si aún no ha llegado la DEMOCRACIA, autentica, a España.

    Para qué están los españoles si, ni tan siquiera, se les consulta las enmiendas a la Constitución.

    Las personas con pasaporte y D.N.I. español aún no hemos alcanzado el rango de ciudadanos libres de pleno derecho.

  4. Ni lo alcanzaremos, Kintin, mientras haya partidismos trasnochados y con-
    taminados por ridículas ideologías que «ya» no vienen a cuento.

    Mientras se consienta que los partidos políticos no paguen su IBI.

    Mientras sigan habiendo sindicatos clasistas(que tampoco pagan el IBI) y subvencionados; mientras los políticos sigan cobrando unos sueldazos de la leche mientras hay seis millones de parados.

    Mientras expresidentes letales sigan cobrando su paga de Presidente y la de Consejero de Estado(tiemblo al pensar en los consejos que se le ocurran a semejante badulaque), mientras ex-ministros sigan cobrando esas pensiones no merecidas; mientras haya señoritas ex un montón de cosas que sigan cobrando un montón de ex sueldos.

    Mientras se consientan embajadas autonómicas y, al mismo tiempo, ¡oh, incongruencia supina! se hagan recortes en sanidad y educación y los pa-
    dres de la nación sigan de francachela en francachela,tengan una Visa de
    las de oro o platino, que cobren dietas viviendo en Madrid y que no se re-
    duzcan ellos sus sueldazos y recorten pensiones, educación, sanidad y al
    mismo tiempo suban impuestos.

    Además, si democracia significa «gobierno del pueblo», que consulten al
    pueblo que les ha puesto donde están. Mariano, te lo dije ya hace mucho
    tiempo: te faltan atributos webiles para estar donde estás.¡¡Lárgate!!

    Que el nuevo mandamás de Bankia,con ese millonario retiro que disfruta,
    por decencia, no renuncie a su sueldo.

  5. Básicamente de acuerdo con todos los comentarios, y además creo que lo dicho en el artículo es tan elemental, tan básico, que resulta grotesco que no se haya nada en ese sentido. Pero con ser cierto, lo que más me preocupa y con lo que en el fondo no contaba, es que este Gobierno con MRB a la cabeza, no solo no tenía un plan, es que además parece que no saben a dónde se dirigen o nos dirigen. Tirar barro a la pared a ver si pega, no es la mejor solución para coger los parches. Preocupante, o quizá, más bien de vértigo.
    Por cierto, vaya morro lo del gorrigarrapiñado ese que han puesto al frente de Bankia, más parece un cruce entre el señor Spock y la mula francis, pero con gafas y sin las orejas puntiagudas.

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