Tres horas escuchando el rifirrafe entre Zapatero y Rajoy en el debate sobre el estado de la nación. No me ha aportado gran cosa el debate, debo decirlo. Especialmente, porque ya nos los conocemos bastante a ambos, y no hicieron mayores aportaciones que seguir desempeñando los respectivos papeles. Por cierto, ¿será verdad que había pacto para no entrar a fondo en el tema ETA? Porque Zetape de eso, nada. Y Rajoy, más bien poco y cosmético, para que luego Federico, al que tanto temen en Génova, no diga que el debate está amañado.
Hombre, quitando todo eso, a mí me parece que ganó Rajoy, que es siempre mejor parlamentario, aunque menos resolutivo que ZP. El papel del opositor siempre queda más lucido, porque en la labor de todo Gobierno (y, desde luego, en la de este Gobierno) siempre hay motivos de crítica y zonas oscuras. Lo que pasa es que Zapatero viene con los datos bien escritos (que para eso hay tanta gente en La Moncloa), es un auténtico killer de la política (y Rajoy ni mucho menos) y el maillot amarillo da alas.
Personalmente, me gusta más el estilo de Rajoy, porque los killers me dan miedo, aunque reconozco que para estar en política hay que tener un cierto instinto asesino. Lo que pasa es que, con su falta de arrojo, con sus perezas, me parece que Rajoy, si no pasa nada gordo, si ZP no mete demasiado la pata, se queda sin residir en La Moncloa. Se admiten opiniones en contrario, claro.
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