Goya de izquierdas versus Goya de derechas

Menudo fin de semana el de los mítines políticos: que si la derecha por acá, que si la izquierda por allá…Lejos del pacto –que llegará–, todo es lenguaje de sal gorda mitinera, todo división entre una derecha y una izquierda cuyos perfiles, en la realidad, se acercan más cada día. Las dos españas. Ya sabemos que hay dos españas para casi todo: también para los premios cinematográficos. Allí, en el Teatro Real atestado de ministros y de ‘glamour’, estaban el realismo del aún director de la Academia, Alex de la Iglesia, señalando que Internet será la salvación del cine español, y el rostro enigmático de la ministra de Cultura, Angeles González Sinde, que ha provocado un pequeño cisma en el mundo de los internautas españoles con su ya famosa –y aprobada con ligeros retoques—ley.

Pero no es de las bondades y/o maldades de la ‘ley Sinde’, tan desafortunadamente presentada y tramitada, de lo que aquí quiero hablar hoy, sino de cine, que es lo que corresponde a las horas transcurridas tras la larga gala de los premios Goya en su 25 edición. El hecho de que la mayor parte de las películas premiadas, comenzando por la catalana ‘Pa Negre’, sea prácticamente desconocida para la generalidad de los espectadores españoles, indica ya muchas cosas. El cine nacional sigue viviendo de la subvención, de las galas glamourosas y del necesario y conveniente apoyo de la televisión estatal –y del obligado de algunas cadenas privadas–.

Poco más. Aunque forzoso es reconocer que la calidad de las películas españolas ha mejorado técnicamente –que no en cuanto a talento: recuerden aquellos ‘bienvenido míster Marshall’, o ‘El Verdugo’–, que los actores son más profesionales, que la industria, aunque esté al borde de la quiebra, es más seria. Y que el ‘glamour’, con ministros y ministras incluidos, es mucho mayor: viviremos durante días de los cotilleos acerca de cómo iba vestida tal ministra o de las bromas –muy imaginativas—de Buenafuente. O de la canción de Luis Tosar, magnífico.

Un país, y más si es un país entristecido y apocado como ahora lo es España, necesita esta proyección pública. Sí, ya he dicho que hay dos españas, también en esto: la de los vestidos despampanantes de las damas, los atuendos todo-negro de los caballeros, y las ministras (alguna) vestidas de Cenicienta. Y la de los que, excluídos del festejo, han, hemos, de observar la gala desde las pantallas del exterior. Pero quien nos mire, y hay muchos ojos foráneos mirando, ha de tener la sensación de que España sigue siendo –que lo es, pese a los pobres mítines de fin de semana, pese al general descorazonamiento— un país con ilusiones, con proyección, con futuro. No sabemos si los Goya logran dar esa impresión, o si la da la feria de arte Arco, tan multitudinaria, que se inaugura en pocos días. Pero, si no son estos acontecimientos, que recrean la magia del arte ¿qué, quién, nos quitará la molesta sensación de caspa que portamos sobre nuestros hombros?

5 respuestas

  1. Sin duda el mundo del cine sin glamour no se entiende. Desde sus orígenes el cine ha estado envuelto en una nebulosa de brillo que siempre nos ha deslumbrado. No hay más que recordar que más de 4 millones de personas vieron ayer la gala en TVE. Pero no todo puede ser glamour. Es cierto que siempre decimos que el cine español es de gran calidad. Y sin duda, debe de serlo. Pero no es menos cierto que en lo que a taquillas se refieren, las películas españolas no son las que arrasan, por tanto, algo falla. Y ellos, los del cine -en parte subvencianado- tienen que analizar las causas. No vale con echar la culpa a quienes no van a cine, no vale, ahora, con culpar a internet. Un debate que se repite, y es que ya ocurrió lo mismo hace años con la programación de la tele. Es muy bonita la alfombra roja, los modelitos de ellas y de ellos, el real ocupado por la farandula…. pero o se remangan para hacer frente a los nuevos retos, o los nuevos retos -no digo que se los lleve por delante, eso es imposible- terminaran haciendo de las salas de cine lugares de culto, para las élites de seudointelectuales, en lugar de ser un sitio de entretenimiento y cultura para la inmensa mayoría. Vamos lo que empezó siendo y ha sido durante más de un siglo. Y tal vez por eso, por ser eso lo que estña ocurriendo, cada vez desaparecen más salas de los centros de las ciudades para llevarselos a horribles centros comerciales. Que se lo hagan mirar.

  2. Creo que ayer, De la Iglesia estuvo «de cine».

    Para que haya cine se necesita una peli y espectadores al otro lado. esa es la visión correcta.

    Tengo la impresión de que algunos en la academia están más preocupados por constituirse en lobby, ( «intelectual» y económico) que por hacer cine.

    Me apena que el que no ha perdido la perspectiva sea justo el que sale de la dirección de la academia.

    Generalizo inbedidamente. Creo que determinados sectores de la izquierda siguen empeñados en equivocarse de camino.

  3. Vaya ejercicio de ombliguismo. Una gala de estas debería divertir a los espectadores en nuestras casas y no a los premiados en el teatro. Me aburrí muchísimo, salvo en el discurso de alex de laiglesia.

    Buenafuente estuvo francamente flojo y hasta poco talentudo, como con el sketch del micro y lo peor de lo peor las patéticas dedicatorias de los premios. ¿Es necesario? Joer, que solo es una estatuilla por una peli, que a veces parece que hayan hecho algo importante. Daba vergüenza ajena tanto lagrimeo, tanto vahido.

    La cara de Bollaín era un poema y la ministra Pajín daba miedo. En fin.

  4. La película ganadora de este año es un buen ejemplo de como funciona el cine en España. Según la ficha de la pelicula se trata de una coproducción de Televisión Española y la Televisión Catalana. Además, supongo, habrá recibido las correspondientes subvenciones.
    Es decir; la hemos pagado entre todos. Entonces ¿Porqué no la podemos descargar?

  5. Avatar de Uno de los progres
    Uno de los progres

    Interesnate reflexión la de Turner, muy interesante.

    Durante muchos años algunos directores españoles se han empeñado , y se siguen empeñando, en hacer SU película, en lugar de hacer LA película que interese y guste al público y ahí está el problema.

    El cine español tiene que contar historias atractivas para el público en lugar de matarle de aburrimiento. Peor también es cierto que nuestro cine tiene que luchar contra enemigos muy poderosos (Holliwood) y contra estereotipos muy arraigados en nuestra sociedad («yo a ver pelis españolas no voy»).

    No he visto la peli ganadora «Pa Negre», (mea culpa, pero incluso a mí, tan progre y todo, me cansa ya el tema), pero sí que he visto las otras tres pelis nominadas y son todas magníficas (en especial Burried). Y en mi humilde opinión superan con creces a muchas de las bobadas que nos tragamos de Holliwood.

    El futuro del cine español está en las manos de todos, ellos, los de la alfombra roja del domingo, tendrán que intentar hacer pelis que atraigan a la gente y, a ser posible, sin que resulte ruinoso para las pobres arcas públicas de este país.

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