¿Ha llegado el momento del gran pacto autonómico?

BANDERITA, TU ERES…
((¿es usted capaz de identificar cada una de las banderas autonómicas? ¿A que no? Pues algo se ha hecho mal tras treinta y tres años…)).

Dicen los sacrosantos sondeos –a los que no hay por qué tomar como dogma de fe—que en las elecciones que se celebrarán este año, municipales y en trece autonomías, el gran vencedor será el Partido Popular, y el gran derrotado, el socialista. Es más; el PSOE podría perder, dicen las encuestas, la mayor parte de sus feudos históricos, como Castilla-La Mancha e incluso Extremadura. Me consta que similares resultados también se barajan en el ‘cuartel general’ socialista de la calle Ferraz, aunque haya discrepancias puntuales en algún caso concreto. De confirmarse, en términos generales, estas predicciones, uno de los grandes cambios de orientación que requieren los nuevos tiempos, la marcha del Estado autonómico, quedaría en buena parte en manos del PP. ¿Será capaz el partido de Rajoy de gestionar tal responsabilidad?

Ignoro, porque ellos no lo han explicado suficientemente, qué piensa hacer el hoy principal partido de la oposición, mañana quizá en el Gobierno, con el problema que, a juicio de muchos, está en el centro del déficit del Estado y de muchos de los quebraderos económicos que afectan a España: el excesivo gasto de las autonomías y la armonización legislativa entre ellas. La multiplicación de leyes en torno a unas mismas materias –la famosa broma de las ‘diecisiete leyes de caza’–, la proliferación de funcionarios para dar suntuosidad a cada Comunidad Autónoma, el establecimiento de múltiples representaciones exteriores y la cesión de competencias que algunas autonomías se sienten ya incapaces de gestionar (la sanidad, por ejemplo) son algunos de los factores que han dado pie a que nos preguntemos si no ha llegado la hora de revisar ciertas cosas.

Las manifestaciones críticas más extremas llegan a cuestionar el propio Estado de las autonomías, que es uno de los arquitrabes del sistema nacido con la democracia tras la muerte de Franco. Naturalmente, revisar la esencia de ese Estado sería, a mi juicio, un dislate que pondría en solfa la propia Constitución. Pero una reforma constitucional en algunos puntos no solo no estaría de más, sino que, por el contrario, me parece altamente necesaria.

El propio PP propuso, hace no muchos años, una reforma que afectaba fundamentalmente al Título VIII, que es el que regula las autonomías. Luego, ni este partido, ni la principal impulsora teórica de la reforma, la hoy portavoz parlamentaria Soraya Sáenz de Santamaría, han querido acordarse de todo ello, y la doctrina más reciente del PP respecto a esta reforma constitucional es que no hay que hacerla, mientras los socialistas, perdidos en la jungla, no dicen ni una cosa ni otra.

Pero algo habrá que hacer, y los asesores políticos y legales de Rajoy (y, claro, los de Zapatero) lo saben bien. Porque, por ejemplo, la no aplicación de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya, ha supuesto un duro varapalo, que nadie ha querido destacar, para los preceptos de la Constitución. El régimen de silencio y del ‘vale más no meneallo’ no puede, empero, seguir eternamente: algo habrá que hacer. Y ya no basta con decir que ‘si un Estatuto de autonomía no se ajusta a la Constitución, habrá que cambiar el Estatuto, no la Constitución’. Porque ¿de verdad alguien se ha planteado cambiar el Estatut catalán tras la sentencia del Constitucional?

Es importante, pues, ahora que nos enfrentamos a una larga precampaña para las elecciones de mayo, que al menos los dos principales partidos nacionales hablen claro sobre cuáles son sus intenciones para embridar este galope autonómico, encauzarlo y racionalizarlo. Este, y me refiero al próximo mes de junio, quizá sea el momento, la oportunidad, para hacer el gran pacto, el primero de los grandes pactos para la reforma a medio plazo de una España que tiene que actualizar su modernidad y su eficacia.

3 respuestas

  1. No creo que el PP se meta en esos barrizales con las elecciones en la mano.

    De todas formas alguien o «alguienes» va/n a tener que hacerlo más pronto que tarde.

    Tenemos tres o cuatro regiones donde hay que respetar determinados preceptos para la gobrenabilidad del país. Tenemos un sistema autonómico demasiado costoso y despilfarrador, pero también un sistema de ayuntamientos y diputaciones cuestionables; tenemos varias alternativas a tener en cuenta a la hora de idear la nuestra, y sobre todo, tenemos que idearla.

    El planteamiento no es solo autonómico, debería ser global, empezando por el Estado central, pasando por atonomías y llegando a diputaciones y ayuntamientos; y sobre todo de concepto. El objetivo es adecuar las instituciones a la economía real y al servicio ciudadano con la máxima eficiencia, no crear cortes que pueda disfrutar mi partido, tu partido o los clientelismos de unos y de otros.

    Esos son los preceptos. a partir de ahí las propuestas. Federalismo, conciertos con garantías de unidad en temas capitales y mecanismos de solidaridad, mayor control autonómico, reducción de ayuntamientos, replanteamiento del papel de las diputaciones; cualquier cosas o varias de ellas, pero vamos a tener que hacer propuestas.

  2. ah, y aquí soy radical. Clarito en que se gasta cada pela pública y como le repercute al ciudadano. Las gestiones cuanto más simples y transparentes, mejor. Y eso no es ni de derechas, ni de izquierdas, ni de centro, es de sentido común y de verguenza torera.

  3. Totalmente de acuerdo con Surco, las diputaciones provinciales en un sistema como el establecido en la Constitución Española simplemente sobran, y de los 8.000 ayuntamientos, la mitad con baja población, lo mismo.

    En cuanto a las Comunidades Autónomas, claro que hay cosas que mejorar, pero en esas propuestas de reformas constitucionales no puedo dejar de oler cierto tufillo centralista, parece que los que en el 78 no tenían fuerza para oponerse quisieran deshacer lo avanzado en estos 35 años. Y no me refiero al Sr. Jáuregui.
    Si entonces se hubiera establecido un sistema federal, que ya estaba inventado y bien probado, nos hubiera ido mejor, pero precisamente los que más se quejan son los que lo impidieron y les daba algo.

    Un Estado descentralizado es el más acorde con la realidad socio-política e histórica de España, desde los Reyes Católicos, y el sistema federal es el que tienen muchos de los Estados que mejor funcionan en el mundo: Alemania, Austria, Suiza, Bélgica, Estados Unidos, Canadá o Australia. Un sistema centralista es algo ajeno, importado de Francia, primero con los Borbones y después a lo largo del siglo XIX, y ahí es cuando surgen los nacionalismos periféricos actuales. Una España centralista, uniforme, homogénea, ni ha existido nunca, ni existe, ni, afortunadamente, existirá nunca, es un utopía absurda, ni la sangrienta guerra civil y 40 años de dictadura han cambiado esta realidad, y no hay nada que lo vaya a cambiar.

    El problema de las autonomías ha sido precisamente su gran éxito, que ha sido el éxito de la democracia, se ha acercado la Administración a los ciudadanos, se ha reforzado un Estado moderno, se ha mejorado la calidad de vida y el bienestar de forma mucha más homogénea en todo el país, algo que inicialmente sólo era para Cataluña y Euskadi se ha extendido por todo el país.¿Alguien se imagina realmente el futuro sin autonomía a Aragón, Andalucía, Canarias, Valencia, Navarra, Baleares, Galicia…?

    Y respecto al gasto autonómico, y más en estos tiempos de crisis, varias consideraciones:

    El problema de España no es un gasto público excesivo, no es mayor que otros países de la UE, para nada, y el social, mucho menos. El problema es de falta de ingresos públicos, que es lo que se ha hundido aquí con la crisis. La presión fiscal aquí es del 33% frente a un 40% en la UE. La diferencia está en la economía sumergida, aquí un 24% y en la UE el 12%. Si en España fuera igual no habría problema de gasto, ni deuda ni déficit público.
    Ejemplo, en Alemania no tienen paro ni con la crisis, los servicios públicos de empleo, gestionados por los landers, pero coordinados, tienen 100.000 empleados. Somos la mitad de población, en proporción serían 50.000.En España los servicios públicos de empleo tienen 15.000 empleados. Allí son eficaces en la creación de empleo, aquí no.

    El Gobierno del PP de Aznar transfirió a todas las Comunidades Autónomas que no las tenían las competencias de Educación y Sanidad, que son 2/3 del gasto autonómico. Pero nos las dotó de los medios económicos necesarios para su gestión, con lo que han tenido que ir haciéndolo como han podido, con parches y acuerdos temporales, aumentando el déficit autonómico, que viene de aquí, no de los coches oficiales, estamos hablando de miles de millones de euros.

    Lo que no significa que no haya gastos que recortar(como coches oficiales), eliminar duplicidades, simplificar, conciertos, acuerdos, como dice Surco, transparencia y buena gestión, pero esto es algo para todas las Administraciones públicas, no solo las Comunidades Autónomas.
    Y para esto no hace falta reformar la Constitución, de hecho en la parte territorial se basa mucho mucho en la Constitución Alemana.

    El día que el PP llegue de nuevo al Gobierno tampoco cambiará la Constitución, como no lo hizo Aznar. El PP gobierna en muchas Comunidades Autónomas, y la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo con la actual. A mí desde Madrid me puede dar igual que la Educación o la Sanidad se gestionen desde el Ministerio o la Consejería, pero a alguien de Santander o Palma de Mallorca no le da igual, lógicamente.
    Cuando se abra el melón constitucional puede ir más hacia un sistema federalista. Y sería necesario un consenso como el del 78 entre UCD, PSOE, CiU, PNV, cosa que veo difícil entre los grandes y muy negativo si no se diera con los pequeños. CiU es imprescindible y solo irá por un camino. Recordar una cosa. Cuando el PP llegó al poder en 1996, ERC tenía 100.000 votos, 1 diputado y era marginal, y cuando salió, 600.000 votos, 8 diputados e influyente en Madrid y Cataluña. Ahora han vuelto a desaparecer políticamente. Espero que el PP no vuelva a cometer los mismos errores.

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