Increíble, pero cierto: las encuestas siguen estando prohibidas

Que la normativa electoral española está desfasada es una evidencia de ya larga tradición. Un absurdo, porque, por ejemplo, las encuestas, prohibidas estos días de recta finalísima hacia las elecciones gallegas, corren como liebres por las redes. Todo el que quiera mantenerse mínimamente informado de lo que dicen los diversos sondeos, tracks o especulaciones demoscópicas puede hacerlo hasta hartarse, hasta la saturación. Y, sin embargo, yo me arriesgaría a una severa multa y reprensión (al menos) si le contase a usted aquí lo que se está plasmando en las redes, como sería mi deseo y mi obligación.

 

¿Mayoría absoluta para el PP gallego o se queda en los límites por apenas un escaño? Todos hablan de ello y no paran, pero sin poder contar los datos que nos llegan. No estoy seguro de que de eso, de que Alfonso Rueda obtenga o no ese escaño que le daría la mayoría absoluta en el Parlamento gallego,  dependa que Núñez Feijoo siga o no al frente del principal partido de la oposición y se mantenga como principal aspirante a ocupar el principal despacho de La Moncloa. No, ya he dicho en alguna ocasión que si Feijoo se la juega es porque él mismo ha puesto, con sus patinazos nerviosos en los últimos tramos de las campañas electorales,  su puesto en juego, valga, repito, el mal juego de palabras. Y que, por favor, no siga equivocándose acusando de manipular a los dieciséis compañeros periodistas que se limitaron a hacer su trabajo reproduciendo, mejor o peor, lo que él les dijo.

 

Eso de los patinazos , claro, solo tangencialmente tiene que ver con las encuestas, muchas de ellas utilizadas como armas arrojadizas por los partidarios de una u otra España, digo, de una u otra Galicia. El pretexto del legislador de antaño para prohibir en la malhadada Ley Orgánica del Régimen Electoral General la difusión de sondeos desde cinco días antes de la votación era impedir que estas encuestas influyesen en el ánimo del votante. Ahora ocurre exactamente lo contrario: la proliferación de todo tipo de trabajos demoscópicos o seudo demoscópicos por todo tipo de redes trata, descaradamente muchas veces, de presionar o desconcertar al elector en uno u otro sentido. Mucho mejor sería, sin duda, dejar que todo este barullo de encuestas se imprima o se difunda audiovisualmente y se comente con toda libertad, sin estar sujeto a esas manipulaciones adicionales, subterráneas, que agobian a las redes.

 

No es, claro, la primera vez que esto se dice, que vivimos legalmente como antes de la era de Internet. Temo que, prácticamente todas las semanas anteriores a la elección de que se trate, los cronistas repetimos, desde hace décadas, nuestra denuncia de este absurdo, uno más en nuestra por otro lado bastante absurda legislación electoral. Y que todos te den la razón, pero nada cambie, es una muestra más de la pereza y cortedad de miras que caracterizan a nuestras cúpulas en la política extraña, algo surrealista, que rige en nuestro país.

 

En fin, esperemos a ver lo que dice la encuesta definitiva: la del próximo domingo. Y así hasta junio, cuando, antes de las elecciones europeas, volveremos a denunciar la sandez que significa la prohibición de encuestas en la inmediatez de la marcha a las urnas, y todos te dirán que tienes razón, etcétera, etcétera. Lo de siempre, ay.

 

fjauregui@periodismo2030.com

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