Lo siento, pero no me ha gustado la primera reacción de Miguel Angel Revilla tras el asesinato por ETA de un militar en Santoña. Y mira que yo apoyo al presidente cántabro frente a sus detractores, que vienen siempre, mire usted por dónde, del mismo lado. No, no se pueden mezclar PNV y ETA, que son cosas distintas, por mucho que los nacionalisas vascos nos fastidien con sus planteamientos. Me parece contraproducente en la lucha contra la banda del horror. Curioso: El Mundo, que tanto se mete con Revilla, coincidía hoy en su editorial con la tesis de que la ‘comprensión’ peneuvista hacia ETA (?) es la que propicia la superviencia de la banda terrorista. Me parece que los que no comprendemos gran cosa de lo que está cociéndose en Euskadi somos los de Pancorbo para abajo…y los de Castro Urdiales hacia el oeste. Yo, aunque discrepe de algunas posiciones, me parece que tampoco llego a atisbar el verdadero alcance de la distancia que existe entre el nacionalismo vasco y quienes no lo somos.
Me parece que al PNV tenemos que estudiarlo con otra óptica menos simplista. Es un partido extraño, de acuerdo, pero la situacion vasca es extraña: definitivamente, en los madriles (y en las cantabrias) no acabamos de aceptar que el nacionalismo es un estado de espíritu, y que hay que aprender a convivir con él, aunque ni lo admitamos, ni nos guste, ni acabemos de entenderlo.
Qué le vamos a hacer. No podemos esperar de alguien como Ibarretxe (que, lo digo por anticipado, a mí no me gusta un pelo) una condena formal en los mismos términos que alguien como Jaime Mayor Oreja (de quien yo discrepo profundamente, como sospecho que también lo hacen miembros de su partido en Euskadi). Así, equiparando a los verdugos con los demócratas (y el PNV lo es, insisto, aunque nos joda lo que dice), me parece que contribuímos a alejar una solción para esa pesadilla tan larga que es ETA.
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