Jopé, cómo anda el patio, sí. Hay cosas que nunca habían ocurrido, como quue muchos fiscales pidan la dimisión, o cese, de su jefe, el fiscal general. O que se plantee, ley escrupulosamente en mano, que un asesino múltiple, sin arrepentir, pueda salir a la calle dentro de dos años: tres meses de cárcel habrá pagado por cada crimen. O que lo mismo suceda con otros varios, igualmente manchadísimos de sangre. ¿Merece la paz con ETA esto? Tengo miedo de decir que quizá sí, que quizá el sapo que nos tengamos que tragar es así de grande…Pero, lo confieso sinceramente, dudo si la paz en Euskadi, el fin de la pesadilla de ETA, merece la alarma social que todo esto produce. Hay que echarle mucho valor, muchos huevos, o puede que mucha irresponsabilidad, para dar el paso adelante: ¿puede ETA exigirnos la libertad de tipos como Parot o Pakito? Yo, que creo en la negociación, que me resisto a que los halcones metan en la cárcel a Otegi, que, aunque no goza de ninguna de mis simpatías, quiero creer que está en la causa de una cierta paz –la suya–, que sé que tendremos que pagar un precio a cambio de que la banda del terror deje las armas, me resisto a llegar hasta tener que forzar la ley para que los criminales salgan a pasearse a nuestro lado. Porque la ley, por muy bien aplicada que esté por jueces y fiscales, no puede ser piedra de escándalo, ni dividir en fracciones iracundas a la ciudadanía: si está mal, habrá que cambiarla…o interpretarla como se debe.
Si hay que acercar presos al País Vasco, pues adelante. Si hay que reinsertar a quienes al menos no han matado ni provocado lesiones a nadie, quizá haya que hacerlo, uno a uno, caso por caso. Pero quien ha borrado una vida humana, no. No podemos llegar a esto, ZP. Ni siquiera a cambio de esa paz que tanto anhelamos.
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