Será –puede ser– el calor del verano, la menor actividad que te da más tiempo para percibir los horrores en los que vivimos. O, más probablemente, será que el espectáculo ha llegado ya a su climax, y nuestra clase política –hablo en general, claro, salvando cuantas excepciones hayan de ser salvadas– está inmersa en el peor de los circos.
El caso es que me gustaría trasladaros esta reflexión, a la vista de todo lo dicho, discutido y debatido tras el ‘caso Camps’, que en el fondo es el ‘caso Gürtel’, que es el ‘caso Filesa, Naseiro, Roldán’…Nada, que no hemos, han, aprendido nada. La sensación de asfixia a veces agobia. Y lo peor de todo es que siempre te sale algún lerdo, tan arrinconado como uno mismo, tan víctima de los manejos de quien pueda practicarlos como uno mismo, que te acusa de connivencias con el poder, con uno u otro poder…Eso es lo que mayor tristeza me produce.
En fin: ahí va. Leedlo, por favor, y decidme sinceriamente si exagero. O me quedo corto. O se me olvidan algunas cuantas cosas más, que seguro que sí (ya estoy recordando alguna que no pongo en el listado de la infamia, como la utilización de los medios públicos autonómicos en beneficio de quien los controla). País.
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