Lo digo como cántabro, como medio vasco y como español: la ‘cumbre de la anchoa’ (me ha dado por llamarla así) ha sido un alivio, un soplo de aire fresco, en medio del surrealismo político que nos ahoga. Porque surrealismo hay y a cántaros, no me lo negarán ustedes…
-Surrealista, la financiación autonómica, el ‘no’ pero ‘me abstengo’ del PP, que no nos den las cifras de lo repartido (oiga, que es nuestro dinero), que a las autonomías les salgan en las cuentas casi cuatro mil millones más y aquí nadie dice nada…
-Surrealista, el juez Dívar, que frena un dictamen por primera vez en la historia (claro que más surrealista fue el rey Balduino abdicando –solo por un día, claro– por el tema del aborto). Una cosa es la ley y otra las creencias religiosas, señor presidente del Consejo del Poder Judicial. Claro que algunas cosas de la Conferencia Episcopal tambiñen son surrealistas, y aquí no pasa nada.
-Surrealista, la pelea por el diálogo social, que ZP había querido escenificar en el surrealista palacio de La Moncloa. Menudo papelón el del surrealista ministro Corbacho.
-Surrealista, Gerardo Díaz Ferrán, el presidente de la CEOE, sin necesidad de mayores explicaciones de por qué es surrealista: salta a la vista.
-Surrealista, que Rajoy no pueda acercarse a un micro, limitando absolutamente su labor de oposición.
-Surrealista, la pasividad del Ministerio de Medio Ambiente (esa chica ni se sabe quién es) mientras España arde por los cuatro costados.
-Surrealista, que en nuestras ciudades se estén construyendo las aceras, glorietas y farolas más sensacionales del mundo mundial mientras caminamos hacia los cinco millones de parados. No hay dinero y lo gastamos en mover la estatua de Colón de su sitio. Claro que Gallardón es puro surrealismo en su megalomanía.
-Surrealista que el partido más nacionalista (no independentista) de Cataluña proteste contra el pellizco que les ha tocado en la financiación por aquello de ‘dime de qué se trata, que me opongo’.
-Surrealista, lo del bolso de Rita Barberá y el ruido que ha armado (claro, que tras lo de los trajes del otro…). Mientras, los auténticos corruptos, tan campantes.
-El Tribunal Constitucional y sus circunstancias, también sin necesidad de mayor argumentación, podrían protagonizar el más surrealista de los cuadros de Dalí.
-Las cosas que dicen algunos medios, ciertas interpretaciones del EGM, alguna fusión entre proclamados enemigos, todo surrealista.
-¿Han visto la agenda del presidente Zapatero para esta semana? Surrealista, ya digo.
Y menos mal que ya no oímos a Federico, que era el surrealismo en estado puro.
Lo dicho: me quedo con la ‘cumbre de la anchoa’, pobre pez al que también han querido utilizar en el surrealista proceso locoide que nos invade, derivado del ‘incendio Gürtel’ (por cierto, el tal José Tomás, puro surrealismo). ¿Será la calor?
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