Entre los diversos efectos de la investidura de Pedro Sánchez destaca el de que deja una España profundamente cabreada. Unos con(tra) otros y casi todos contra el propio Sánchez, bastantes colectivos se muestran airados y es de suponer que harán oír sus voces hostiles en las múltiples manifestaciones convocadas este domingo por el Partido Popular. Mucha mano izquierda va a necesitar el sin duda habilidoso presidente del Gobierno, al que le quedan pocos días de estar en funciones, para restañar heridas, curar agravios y restablecer un mínimo de concordia en esta España indignada. Menos mal, dicen que dicen en La Moncloa, que este nuestro es un país en el que el olvido es largo y la memoria, flaca.
De jueces a abogados del Estado; de notarios a fiscales; de presidentes autonómicos del PP a cientos de alcaldes que promoverán escritos contra la amnistía; de una parte –minoritaria—de los sindicatos a una parte –muy mayoritaria—de la patronal; de los veteranos del PSOE –había que oír el jueves en Onda Madrid a Pedro Bofill, presidente de la asociación de ex diputados y ex senadores—a, claro, todo el PP y Vox; de los columnistas y ‘cartoonists’ de no pocos medios al comisario europeo de Justicia, Didier Reynders; de los catalanes ‘constitucionalistas’ a los radicales fanatizados anti-pactos con Junts; de los malagueños que insultan a Sánchez por las calles a los navarros de UPN…Todos cabreados: los diplomáticos con las ‘embajadas’ de Junts y ERC, los de ERC con Junts, los del PP con las ‘pasadas’ de Vox en Ferraz, los policías que tendrán que reforzar el Congreso el jueves de la investidura y los guardias civiles con Marlaska (y viceversa), los ferroviarios con las rodalies…
El GCN (Gran Cabreo Nacional) se extiende por la vieja piel de toro mostrándose en carteles con el rostro de Sánchez sobre la palabra ‘traidor’. Se habla sin recato ni mesura de ‘golpe de Estado’, de ‘dictadura’, de ‘terrorismo de baja intensidad’, toma ya, se rompe mobiliario urbano en las noches de disturbios ante sedes del PSOE, hay escraches contra altos cargos socialistas, las redes insultonas arden aún más de lo habitual. Así, a saber cómo llegaremos hasta el jueves investidor y jornadas posteriores, que van a estar llenas de denuncias, querellas y recursos ante tribunales españoles y europeos. Aunque sospecho que la sabiduría (tiene que haber algo de eso a la fuerza: son tantos…) de algunos asesores monclovitas tiene razón: España es nación vieja que sabe que el olvido es mejor que el rencor y que seguramente el escalón de mañana sea todavía más difícil de subir que el de hoy, así que para qué desgañitarse.
Veremos cómo se comporta la España cabreada este domingo de manifestantes en todo el país. Y veremos si Sánchez, el prestidigitador, el hombre que más manda en España con permiso de Puigdemont, es capaz de retornar las aguas a su cauce. De momento, la nación está en modo cabreo. Y, hasta cierto punto, qué quiere usted que le diga, se comprende.
fjauregui@periodismo2030.com
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