La insípida campaña electoral catalana

Ante tanto tema apasionante que convulsiona a la sociedad española –ahí es nada, ese juicio contra Otegi. O esa fallida reunión del G-20 en Corea, por poner apenas dos ejemplos–, la arrancada oficial de la campaña electoral catalana me deja, la verdad, bastante frío. Decepción, sería acaso la palabra. Ni en los programas, ni en los mítines, ni en las declaraciones de los líderes de las distintas formaciones en liza encontramos un buceo a fondo en la verdadera raíz del problema. Y ese problema se llama la incardinación de Cataluña en España, en el resto de España. Que el Estatut choca con la Constitución es evidente; que nada se va a hacer al respecto, también. Que ello plantea problemas a futuro, nítido.

A partir de ahí, las posiciones encontradas, la polémica. Aunque sea ahora, en esta campaña insípida, con sordina. Temo que en esto me alineo en el bando minoritario de opinión al respecto: hay quienes predican que, en el encontronazo presnete y futuro con la ley fundamental, que la sentencia del Tribunal Constitucional no ha sabido o podido sino paliar algo, es el Estatut el que debe cambiar. Yo pienso, me temo, que lo que hay que ir pensando en modificar algo, para que el Sistema siga básicamente igual, es el Título VIII de la Constitución, que se redactó para implantar el estado de las Autonomías, pero no sirve, tal y como está, para gestionar este Estado treinta y dos años después.

Falta menos de un mes para conmemorar una nueva edición de este aniversario. Tras las elecciones catalanas, nunca se habrá hecho más patente esta necesidad de reforma constitucional. Y, tras esta campaña que nos conduce al 28-n en cataluña, nunca se habrá puesto más de manifiesto la negativa de nuestra clase política a remontar el vuelo, abordando de una vez la esencia de los problemas. Lo demás, es decir, la mayor parte de los programas electorales, son parches, remiendos que cada vez valen de menos. Así, casi da igual quién gane, aunque, la verdad, yo prefiero que nos ea esa catástrofe ambulante llamada José Montilla.

4 respuestas

  1. O sea, Jáuregui, que parece que coincidimos en algo: el Estatut deroga la Constitución de 1978, si no absolutamente toda, una parte sustancial de la misma. Y ahora salimos con que hay que cambiar la Constitución para adaptarla al Estatut. Brillante. ¿Según Vd ese cambio lo debe aprobar el Pueblo español o sólo su casta política?. ¿Deberíamos asumir el riesgo de una nueva Constitución que dividiera al Pueblo español y que se aprobara por la mínima?. ¿Qué pasaría si ni siquiera hubiera esa mayoría mínima y ese proceso constituyente fracasara?. ¿Cuánto duraría esa nueva Constitución?. ¿Hasta el próximo Estatut o más allá?. ¿Cómo va a haber consenso en lo fundamental si llevamos 6 años y medio dividiendo el país y volviendo a las dos Españas (o a las 17, quién sabe)?. ¿Qué riesgos correría España de desaparecer al asumir que la Constitución del 78 está muerta y que se necesita otra?. Ningún periodista serio y responsable haría un comentario como el suyo en un país mínimamente democrático. Sería vergonzante. Pero esto es España (Expaña le llaman muchos ya) y el periodista es Jáuregui.

  2. Seguirán habiendo encontronazos, por que después de este Estatuto, viene otro y otro, hasta conseguir la secesión de Cataluña del resto del Estado.
    Los nacionalistas hablan de derecho de los pueblos a la autodeterminación (disfrazado eso sí, bajo eufemismos del tipo: “derecho a decidir”, y cosas por el estilo); cuando lo cierto es, que en el Derecho Internacional Público, dicho derecho sólo existe para los territorios que han sido colonias respecto de la potencia administradora. No existe por tanto un derecho de secesión para Cataluña o el País Vasco, reconocido o avalado por el Derecho, nunca han tenido a lo largo de su historia la consideración de colonia. Por el contrario, Canarias fue colonia hasta las Cortes de Cádiz de 1812, siendo el único territorio español (junto con Ceuta y Melilla) susceptibles de autodeterminarse internacionalmente, al amparo de la ONU y del Derecho Internacional (territorios que curiosamente proclaman su españolidad, al margen de periodistas iluminados de cierta isla).
    El Estado de las Autonomías se queda a medio camino entre el modelo regional italiano, y el modelo federal como puede ser el alemán; con el problema añadido de que se mantienen estructuras propias de un estado centralista. Por ello, tal y como se han desarrollado los acontecimientos estos años, entiendo que debe ser reformada la estructura del Estado y por tanto la CE de 1978, en base a una forma federal de estado. Este opción no se planteó en el período constituyente por razones obvias, no era el momento político oportuno, pues se cuestionaba desde amplios sectores que dicho modelo acabaría con la unidad nacional (uno de los principales motivos del Alzamiento del 36).
    El modelo federal eliminaría de una vez por todas, las continuas reivindicaciones nacionalistas en forma de nuevos estatutos de autonomía, que lo único que hacen es tensionar las relaciones entre los diferentes territorios y que abocan a desigualdades y desequilibrios. La federación impone un techo competencial máximo, a partir del cual, el que lo traspasa queda fuera de la Ley, no hay más reivindicación posible a parte claro está de la independencia. La entidades (Comunidades/Estados/Regiones) que formen ese estado federal, son Estado (no como ahora); no cabe hablar pues de relaciones entre Estado y CCAA, pues ellas mismas forman el Estado con todas sus ventajas, pero también con todas sus responsabilidades.
    Si el derecho a la independencia queda excluido de una hipotética nueva Constitución, resulta evidente que su consecución sólo podría lograse por la fuerza de las armas, pues el derecho a invocar legalmente una secesión no existe. Podría argumentarse el caso checoslovaco, pero no tiene nada que ver, pues es el propio Estado el que decide disolverse después de celebrar un referéndum, y crear dos nuevas entidades políticas: Chequia y Eslovaquia.
    Creo por tanto que se debe modificar la estructura del Estado, no solo para eliminar las continuas tensiones que produce el Estado de la Autonomías, sino para adelgazar el mismo, ahorrar en costes y hacerlo más eficiente.

  3. ¿Anécddotas de esta campaña?También flojitas, como los mensajes (o los vídeos, o los inexistentes debates cara a cara):

    http://www.diariocritico.com/2010/2010/Noviembre/investigacion/237245/youtube-elecciones-catalunya-spots-ciutadans-pp-psc.html

  4. Gane quien gane, parece que va a dar igual: tensiones diarias del tira-y-afloja catalán.

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