[tele=http://www.diariocritico.com/tv/video/9414/gol-messi-panathinaikos.html]
(imágenes de algunos ejemplos de las pasiones hispanas de ahora. Pan y circo sin duda necesarios, pero ¿es esto lo único)
Lo he comentado ya varias veces en este blog, porque el tema me apasiona y me desasosiega. Los periodistas hemos de enfrentarnos cada día con el dilema de atacar las noticias importantes o concentrarnos en las interesantes. Nunca como ahora, me parece, un mayor divorcio entre unas y otras; pocas veces, que yo recuerde, una necesidad tal por parte de la opinión pública de huir de la cruda realidad que nos afecta cada día para refugiarse en la anécdota, en el colorín, en lo sorprendente. Y, así, los noticiarios se llenan con el embarazo de tal actriz, las hazañas de nuestros deportistas –de las que, por cierto, podemos legítimamente sentir un orgullo colectivo–, las candidaturas a los oscar de nuestros cineastas… Digo de entrada que me parece bien, lógico y quizá hasta conveniente. Pero me preocupa esta tendencia a olvidar que estamos en un proceso de transformación tal que están mudando, no sé si siempre para mejor, muchas de las cosas que teníamos asentadas en nuestras vidas.
Hablo, sí, de las pensiones, de la edad de jubilación, del papel de los sindicatos (y del de la patronal), de la caja de ahorros en la que depositábamos y depositamos nuestro dinero. Pero podría hablar de la pérdida de tantas seguridades jurídicas que regían nuestra cotidianeidad, de la crisis de confianza en nuestros políticos, de la quiebra de las estructuras partidarias y de no pocas instituciones. O de la devaluación del papel de los ministros, de un cierto desmadre autonómico o de la falta de solidez de tantas leyes, incumplibles o acaso simplemente incumplidas. Que se cuestione el papel de la Guardia Civil, o que la propia y tradicional Benemérita albergue representantes que se producen con el lenguaje vocinglero de un mítin sindical me parece otro de estos factores de cambio que, presentados así, de forma amontonada, habría de hacernos reflexionar.
Naturalmente que no estoy en contra de los cambios, porque la existencia es todo menos estática: el cambio no solamente es necesario, sino que es inevitable, y, por cierto, ya estoy echando en falta algunas iniciativas en materia de reformas legales e incluso constitucionales. Lo que me cuestiono con cierta inquietud es el ‘cambio por el cambio’, el hecho de que lo nuevo venga impuesto más por la coyuntura que por la reflexión y la planificación. Pienso que es un riesgo no tomar en cuenta aquella máxima ignaciana según la cual ‘en tiempos de crisis, no hacer mudanza’ o, al menos, no hacerla gratuitamente. Y algo de eso tengo la impresión de que nos está ocurriendo en esta España de convulsiones tan profundas que muchas veces ni se notan…hasta que palpamos el resultado irreversible.
Inquietante me parece, así, no tanto que las transformaciones en cuestiones clave de nuestras vidas personales y colectivas estén teniendo lugar sin reposo cuanto que nos neguemos a verlo, analizarlo, discutirlo y, en su caso, a acatarlo. Ya digo que me parece lógico ese ‘pan y circo’ que nos sirven tantos programas de televisión, tantos personajes anodinos o tantas irreprochables y convenientes gestas deportivas. Pero no deja de resultar sintomático que un país carezca de unas estructuras políticas participativas, de una intelectualidad fundadamente crítica, de unos representantes que gestionen el futuro contando con la plena confianza de los representados. Pero claro, yo entiendo que eso no es lo interesante. No vende, no tiene share. Y qué quiere que le diga: hoy, que me encuentro analizando los titulares de la prensa patria a miles de kilómetros de distancia, esa insoportable levedad del ser social no deja de resultarme curiosa, por decirlo en términos poco alarmantes.
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