La mitad de la sociedad, contra Camps; la otra, a favor

Quienes me hayan leído alguna vez saben que una de mis obsesiones es la pervivencia de las dos españas. Gallo azul, gallo rojo. Y, así, muchas veces resulta imposible valorar con cierta ecuanimidad un suceso político, la mayor parte de los sucesos políticos. Ahora, a los muchos juzgadores –que no jueces—que en este país están dispuestos a tirar la primera y hasta la última piedra contra lo que fuere se les plantea el ‘caso Camps’. Al presidente de la Generalitat valenciana le tienen, unos y otros, en la balanza y/o en la diana: ¿culpable y, por tanto, indigno del cargo que ostenta?¿Inocente y, por tanto, víctima de una maniobra?

La mitad de la sociedad, más o menos, ha decidido declarar ya culpable a Camps, al margen del último veredicto del juez; la otra mitad, inocente.

Me ha costado muchos sinsabores y hasta algún ataque en lo personal mantener una postura sobre el asunto ‘de los trajes’ que, la verdad, no ha variado tras la dura petición fiscal: no veo a Camps, francamente, lucrándose con el cargo. Ignoro si aceptó o no los tres famosos ternos (el fiscal dice ahora que fueron nueve) ‘arreglados’ por el sastre José Tomás. Si los aceptó, cometió una falta contra la estética política, que no, creo, cohecho y menos lucro indebido. Si, como dice, no los aceptó, el presidente valenciano está siendo victima de un tiroteo político y mediático.

Sí, yo quiero creer y creo en su inocencia, aunque piense que hay muchas cosas que Camps no ha hecho bien, o quizá las haya hecho rematadamente mal. Pero tres trajes, regalados o pagados, y esa figura de cohecho impropio que necesariamente debe ser redefinida en el Código Penal, ni justifican el linchamiento de los contrarios ni el aislamiento al que quieren someterle algunos de los propios. La Justicia y los votantes valorarán lo que haya que valorar en aras de la cada día más necesaria lucha contra la corrupción. Pero, si yo tuviese que apostar, apostaría por que el presidente de la Generalitat valenciana, que este lunes hacía una pirueta autoproclamándose, será oficialmente designado candidato a una altamente probable reelección: de hecho, ya lo ha sido. Luego, ya veremos lo que dicen los tribunales. De momento, hay que plantear las cosas, como son, o como uno cree que son: yo, al margen de militancias y banderías, estoy en la mitad de acá, y no en la de allá.

5 respuestas

  1. Sr Jáuregui, entiendo su postura; pero yo aquí lo planteo desde otra perspectiva. No voy a lo injusto o justo que se esté siendo con Camps o con cualquier otro imputado ( me da igual del partido que sea), voy a lo justo que hay que ser con el ciudadano, que se supone que es para el que trabajan Camps y el resto de políticos.

    ¿Tiene el ciudadano que soportar a un imputado como candidato o en un cargo público?. Si se imputa a un cargo, ¿Tiene que asumir el riesgo de que la imputación pueda ser verdadera?. A mi juicio NO. Y no se están perjudicando los derechos de presunción de inocencia de nadie. El presunto implicado es tan inocente como cualquier otro hasta que haya una sentencia, pero fuera de la vida pública.

    Lo correcto es declarar publicamente tu inocencia, retirarte de la vida política hasta que se aclaren tus temas con la justicia y ser públicamente rehabilitado en esta si se te declara inocente.

    Ese es el proceso lógico de cara al ciudadano.

    Ud me dirá ( y tiene razón) que tus adversarios políticos ( fuera y dentro de tu partido) podrían usar la estrategia de la acusación para retirarte momentáneamente de la vida pública en momentos clave; quizá sí, pero ahí está el criterio de los jueces a la hora de imputar; tal vez se debería valorar también la seriedad de las imputaciones de cada uno.

    Yo voy más en esa línea.

  2. Dos notas, Fernando, y un apriori:

    apriori: yo tampoco creo que se haya lucrado. No da el tipo codicioso y, si hubiera querido, hay mil millones de maneras más opacas, complejas e indetectables.

    nota 1: Su mujer y su hija recibieron regalos de mucho valor. A mí me parece inaceptable, cuestión de estética.

    nota 2: Aceptar que te paguen los trajes es cutre, muy cutre. Y encima trajes de Milano. Joer, cuando yo debía ir disfrazado de traje en mis tiempos de ejecutivo, no permitía que mi empresa me los pagara (era un privilegio que otros colegas sí aprovechaban) y me compraba los trajes en una sastrería de Londres. Era la envidia de mis colegas y me costaban igual que en una satrería española pero eran mucho más molones.
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    P.S. Luctuosa: acaban de anunciar la muerte de Santi Santamaría con apenas 53 años. Uno de mis restaurantes favoritos es Can fabes y a SS le he tenido especial cariño desde que tuvo la «osadía» de meterle el dedo en el ojo al inventor de la comida azul cobalto, más cobalto que azul. Me refiero a F. Adriá, claro.

  3. A Pascua: eres un elegante de Saville Row
    De acuerdo con lo de Santi Santamaría

    A Surco: entiendo la argumentación, desde luego. Todo es discutible en este caso, hasta la figura del cohecho impropio

  4. @Pascua:

    Alomojó (zaplanismo) Pascua, la ocurrencia de la «Dama de Elche azul cobalto» es cosa también de Adriá.

  5. @ kroker: pues no lo había pensado, pero casi seguro… ¿se podrá comer?

    😉

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