La República más breve de la Historia

Claro que al ingenio en este país nuestro, que todo se lo toma a chacota, le faltó tiempo para inundar las redes con la constatación de que Puigdemont había proclamado ‘la República más breve de la Historia: duró cuarenta segundos’. Es decir, el tiempo transcurrido desde que el president de la Generalitat la anunciase hasta que aplazase su convocatoria formal. Una chapuza más, un giro de trapecista arriesgado que no sabe que está actuando sin red. Claro que el molt honorable president no había proclamado República Independiente de Catalunya alguna: demasiado sabe él que tal proclamación va a ser imposible o que, al menos, lo será la realización de esa independencia. Estaba ganando tiempo, mientras las empresas se iban hacia latitudes más confortables, mientras Europa –Juncker–le daba de nuevo con la puerta en las narices, mientras el mundo entero se asombra de hasta dónde han podido llegar las aguas, total para qué.

Eso: ¿para qué? ¿Tiempo? ¿Tiempo para qué? me preguntaba un colega. Pues tiempo para tener tiempo, le respondí. El propio Mariano Rajoy ganó tiempo, hasta el jueves próximo en segunda convocatoria –la primera este lunes—para, como en las guerras de Gila, preguntar a Puigdemont si había o no declarado la independencia, porque, y esto lo digo yo, obviamente, y no Rajoy, es que no había quien entendiese lo ocurrido el pasado martes en el Parlament. ‘Oiga ¿es el enemigo? Que a ver a qué hora va a declarar la guerra, que tengo que ir a comer pronto a casa’. Premonitorio el genial Miguel Gila…

Y, desde que Rajoy lanzó su pregunta con destino a la plaza de Sant Jaume, todos devanándonos los sesos a la espera de saber si Puigdemont responde que sí, que declaró la independencia, o que no, que es que no sabemos aceptar una broma. O, lo más probable, ni sí ni no, sino todo lo contrario. Que este jueves, en la recepción real con motivo de la fiesta nacional, había una mayoría de asistentes, gentes en teoría bien informadas, pero que ninguno teníamos ni la menor idea de lo que ocurrirá, que decían, decíamos, que lo más natural es que el molt honorable ensaye una huida hacia adelante, convocando unas elecciones anticipadas a las que él llamará constituyentes, pero que serán autonómicas.

No sé si esa será una salida buena o mala; ni siquiera sé si será la salida, porque el vicepresidente Oriol Junqueras, un maestro de la simulación, dice que esa no es su solución y, por otro lado, a saber qué es lo que se le pasa a Puigdemont por su cabeza a pájaros. Ya veremos, porque lo que es evidente es que el señor Junqueras se muere por ascender un escalón y convertirse en president, una vez que Puigdemont parece estar ya más abrasado que el cerebro de Artur Mas, que esa es otra: ¿cómo es posible que ahora el ex, que es el gran culpable de todo este embrollo, diga que Cataluña no está preparada para asumir la independencia, una vez que carece de reconocimientos internacionales? ¿De dónde le viene esa ínfula de sensatez? ¿Quién ha accionado el mecanismo del giro del señor Mas? ¿A cambio de qué? Porque bien sabemos que la política catalana no se mueve precisamente por criterios de honradez e idealismo.

Menuda novela se podrá escribir alguna vez con los entresijos de lo que está pasando en el incompatible mundo separatista. Lo que sí se constata es que la situación ya no da más de sí: no hay dinero, ni ánimos, ni apoyos externos, ni lógica, para mantenerla. Así que algo tiene que pasar, y el mago –esperemos que se demuestre una vez más, glub—en las esperas llamado Mariano Rajoy me parece que está dejando que los ‘timing’ se agoten. De momento, a él, mejor, a su pasmosa inactividad, se debe ese record surrealista en el libro Guinness, la República más breve de la Historia del mundo mundial, ahí es nada.

Vuelvo a recordar nuevamente la frase, tan repetida estos días, de Marx, según el cual la Historia se repite siempre dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Y estos farsantes de la Generalitat, autores del pucherazo más severo que se haya conocido en nuestros anales, nos están llevando de la alarma a la carcajada. Menuda semanita nos han dado. Y lo que viene…

fjauregui@educa2020.es

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