La sociedad civil empieza a hacer oir sus voces

Contemplo, con esperanza, lo que podría llamarse un inicio de ‘rebelión de los ex’. Los que fueron y ya no son en la política española se rebelan, no quieren que sus voces se pierdan ante la coyuntura quizá más importante y delicada que haya vivido España desde el fin del franquismo y los inicios de la primera Transición. Ex ministros, ex parlamentarios, ex altos cargos, voces señeras que hicieron algo, o mucho, por el país, quieren que se les tome en cuenta, ahora que son simplemente sociedad civil, y que quienes planifican, a trancas y barrancas, desde la improvisación total, nuestro futuro, al menos se paren a reflexionar sobre lo que les dicen los ‘veteranos’.

He leído estos días comunicados de quienes fueron parlamentarios constituyentes, procedentes de todos los partidos; intentos de consolidar grupos de reflexión, ‘think tanks’ de quienes ocuparon altos cargos, de veteranos de UCD, del PSOE, del PP, también de algunos que, como Toni Roldán, militaron y ya no militan en ese partido, Ciudadanos, que tanto se equivocó en sus planteamientos cuando lo lideraba Albert Rivera, el hombre que podría haber evitado estas absurdas elecciones del pasado 10 de noviembre. Y José Manuel García Margallo, el inquieto ex ministro de Exteriores de Rajoy (que también anda en esto de los avisos), acaba de proponer, y es otro ejemplo, una nueva agrupación de intelectuales (como aquellos al servicio de la República, de los años treinta) que lance mensajes de advertencia a nuestros máximos representantes en general y a Pedro Sánchez muy en particular: por ahí vamos al choque de trenes, le dicen, o sugieren, todos.

Creo que estas voces, como las de algunos comentaristas y politólogos veteranos, como las de gentes experimentadas de la empresa o como las de ciertos ex dirigentes sindicales, deben tomarse muy en serio. No es solamente la ‘generación del 78’ la que se alarma ante el espectáculo de la estrategia cambiante, de la táctica oportunista, de la falta de respeto a la palabra dada que se observa en los pasos que dan nuestros representantes; hay una parte de la sociedad, que de ninguna manera puede considerarse limitada solamente ‘a las derechas’, que enciende pilotos rojos. Así, no.

Ignoro si estamos ante el comienzo del despertar de una sociedad civil que ha estado mucho tiempo adormecida, aletargada. Sería un buen síntoma que así fuese. Hay que reclamar más luz, más taquígrafos, mayor concreción en los planes por parte de quienes nos dirigen o pretenden hacerlo. Pedro Sánchez, que tantos bandazos da en su negociación primero con Unidas Podemos, ahora con Esquerra, mañana quién sabe si con Junts per Cat, tiene una oportunidad de variar el rumbo la semana próxima, cuando se encuentre, al fin, con Pablo Casado y con la ‘heredera’ del ya olvidado Rivera, Inés Arrimadas. Estos últimos también tienen, creo, que meditar sus planteamientos, siendo conscientes de que estamos tal vez ante la última oportunidad de llegar a una gran conciliación nacional, de signo reformista y regeneracionista.

Ya he dicho que me parece acertado que Sánchez se encuentre con todos los que tienen algo que decir, el increíblemente dañino Torra entre ellos, para tratar de enhebrar ese plan de conciliación. Y que también escuche a quienes, desde las posiciones más humildes hasta las de mayor relumbrón en lo que podríamos considerar esa sociedad civil, tiene igualmente derecho a opinar y expresarse desde los servicios prestados a la patria. Es la hora de convertirse, desde el oportunismo actual, en estadista. Hacer otra cosa, ahora, sería inconcebible.

fjauregui@educa2020.es

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