Esta es la imagen comparativa que le he pedido al Cjhat GPT sobre una comparación entre las sonrisas de Miriam Nogueras y La Gioconda. No muy afortunada la recreación, sin duda.
Existe algo parecido a un acuerdo global acerca de que lo que hace verdaderamente atractivo el retrato de La Gioconda es la sonrisa algo enigmática de la retratada. Hay sin duda cuadros técnicamente más completos en El Louvre, pero pocas sonrisas que evoquen tantas sensaciones encontradas como la de la Monna Lisa inmortalizada por Leonardo. Que no es que yo quiera comparar ni personajes ni sonrisas, claro está; pero sí me atrevo a decir que la de la diputada de Junts Miriam Nogueras tiene algo de misterioso por lo hermético. Y últimamente, por lo de inequívocamente triunfal.
Debo decir, de entrada, que la señora Nogueras no es precisamente la favorita de los periodistas que pululamos por el Congreso: la Asociación de Periodistas Parlamentarios la ‘obsequió’ en diciembre, en la tradicional cena navideña, con el ‘premio’ ‘Castigo a la prensa’ por las escasas facilidades que da para entablar conversaciones informativas, cuando no se arranca simplemente con algún desplante, respondiendo en catalán a preguntas de informadores que no lo hablan y solamente a medias lo entienden.
Pero ahora, claro, doña Miriam Nogueras se ha convertido en la diputada más poderosa de la Cámara Baja, con la facultad, como jefa del grupo parlamentario de Junts, de tumbar cualquier propuesta del Gobierno si así se decide desde Waterloo. Y quienes andamos por los pasillos de cronistas mirones hemos descubierto en su faz, ya digo, un inequívoco rictus de triunfo que ella trata, con relativo éxito, de que no se convierta en un gesto de soberbia. Sabe que no cae bien en ningún otro grupo parlamentario, desde luego incluido el de Esquerra, y se defiende con el escudo del poder que ella y sus seis diputados tienen para frenar iniciativas gubernamentales que no le gustan o lograr cosas que, si sus siete votos no fuesen imprescindibles para que el Gobierno de Pedro Sánchez no caiga, no se le concederían.
Cuento todo esto porque forma parte de mis observaciones y reflexiones tras la sesión plenaria del Congreso, celebrada este miércoles en el Senado (por reformas en la Cámara Alta), con la necesaria aprobación de tres decretos-leyes (uno de ellos conteniendo nada menos que cuatro libros sobre temas dispares), dos de ellos necesarios para garantizar la llegada al Ejecutivo central español de la nueva tanda de fondos europeos, diez mil millones de euros en este caso. Así que los votos de Junts eran imprescindibles para lograr la aprobación y la llegada de esos fondos, dada la tajante negativa de la oposición de la derecha a ‘ayudar’ al Gobierno socialista apoyando esos decretos.
Debo confesar que nunca en mi vida he asistido a una sesión parlamentaria semejante, y ello por múltiples razones. La principal, el suspense total, hasta última hora, acerca de lo que votaría el grupo de Junts. La señora Nogueras, cuya intervención fue sin duda la más seguida de la jornada, no dijo ni sí ni no, aunque previamente Junts se había inclinado por la negativa. Negociaciones desesperadas (y subterráneas, o sea, poco transparentes, lo que empieza a ser habitual) durante toda la mañana del miércoles, mientras en el hemiciclo transcurría la sesión, nervios en las filas gubernamentales, cierta satisfacción en las de PP y Vox, que daban como muy probable el rechazo de Junts a los decretos del Gobierno –aunque ello significase perder los diez mil millones de euros de la UE– y solución inédita casi cuando sonaba la campana y era forzoso ir a votar: Junts, simplemente, se ausentó, no votó y, con ello, permitió que el Gobierno viese aprobado, por un solo voto de diferencia, el ‘decreto omnibus’ clave para contentar a Europa.
Y, en el epicentro del terremoto, doña Miriam Nogueras, cuyo rostro tanto y tantos habían (habíamos) escrutado durante toda la mañana en busca de alguna pista: ¿daría Junts su ‘sí’ al proyecto gubernamental?¿Se mantendría en el ‘no’?¿Abstención, que, en principio, bastaba para que el equipo de Pedro Sánchez obtuviese la mayoría? Pues nada de eso: Junts no votó, lo cual es algo ajeno a los usos parlamentarios habituales, pero, claro, perfectamente legítimo. La señora Nogueras, rostro de póker, nos dio a todos, y cuando digo a todos quiero decir a todos, la sorpresa: hablé con la vicepresidenta Yolanda Díaz media hora antes de la votación y podría asegurar que tampoco ella había desentrañado en ese momento el misterio de la esfinge.
Luego, ya en la noche del miércoles y este jueves, vinieron los titulares periodísticos, de diferente intensidad según el medio fuese más o menos cercano, más o menos hostil, al Gobierno de Sánchez. La prensa más cercana a la oposición no se recataba en hablar de ‘humillación’ al Gobierno, de ‘chantaje’, de ‘bochorno’, de ‘escándalo’, incidiendo en las ‘concesiones humillantes’ hechas por Sánchez a Junts, aunque pienso que seguimos sin conocer los últimos detalles de lo que se negoció en la mañana de este miércoles políticamente tremendo.
Pero tampoco los medios más próximos al Gobierno parecían excesivamente satisfechos con el resultado de la jornada parlamentaria de esta semana, celebrada, por cierto, fuera del periodo de sesiones , con demasiadas prisas y demasiados cabreos. Y quizá, a juicio de no pocos, con demasiado protagonismo para la señora Nogueras, belicosa y vencedora con sus huestes, siete soldados que tienen asegurada la victoria en todas las batallas, nada más y nada menos. Con Miriam Nogueras, hoy por hoy, más vale llevarse bien, me comentó un diputado socialista, que no me pareció que simpatizase demasiado con ella. Ella tiene ante sí bastante más de ese ‘cuarto de hora de protagonismo del que todo el mundo goza en su vida’ en genial frase de Andy Warhol. Sin duda Gioconda/Nogueras acaparará más de esos quince minutos, pero sospecho que no tanto como los cuatro años de una Legislatura que, si todo sigue la tónica de lo que vimos este miércoles, necesariamente no puede durar tanto. ¿Cómo acabará todo esto? Desista usted de averiguarlo tratando de escrutar el rostro de Nogueras.
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