Las ‘cesiones’ de ZP


Las críticas a José Luis Rodríguez Zapatero, por sus presuntas (o reales) “cesiones” ante los nacionalistas vascos y canarios para sacar adelante los Presupuestos para 2011 han proliferado y siguen en aumento: se dice que lo obtenido por el Partido Nacionalista Vasco compromete no solamente la caja única de la Seguridad Social, sino todo el proceso autonómico; y que, además, pone en peligro el Gobierno socialista de Patxi López en Euskadi, porque el PNV, triunfador en el acuerdo, está en la oposición y rentabilizará ante sus electores lo que ha logrado ‘arrancar’ al Ejecutivo central.

Por lo que se refiere al Gobierno canario, el presidente Paulino Rivero ha obtenido ventajas en el reconocimiento de las estratégicas aguas territoriales del archipiélago, además de ventajas fiscales, la ‘actualización’ del Estatuto canario, bonificaciones en las políticas activas de empleo, la transferencia de la inspección de Trabajo…Todo un pasaporte para la reelección en las próximas elecciones autonómicas.

Hay escándalo, real o impostado, ante lo conseguido, a cambio de su apoyo a los PGE, por dos comunidades que, en el fondo, son las menos concernidas por los Presupuestos. Pero, en el fondo, lo que se ha puesto de manifiesto, una vez más –como si los casos de los estatutos catalán, valenciano y andaluz no fuesen suficientes–, es que el Estado autonómico español presenta anomalías: ¿qué Gobierno autonómico no querrá ahora equipararse a lo obtenido por quienes han dicho ‘sí’ a las cuentas elaboradas por el Ejecutivo de Zapatero? Y ¿cómo se podrá negar esa equiparación? Y, si no se niega, ¿cómo sustentar los poderes centrípetos del Estado unificado?

Hay que replantearse la marcha del Estado autonómico, no para destruirlo o minimizarlo, sino para definirlo y, si es el caso, potenciarlo. Ello exige, qué duda cabe, una reforma constitucional, tocar ese Título VIII nacido para el nacimiento de las autonomías, pero no para su desarrollo y mantenimiento treinta y dos años después.

Así, las ‘cesiones’ de ZP a sus interlocutores vascos y canarios no son sino un paso más en un proceso que ya no sabemos a dónde conduce. No me asusta que, en los mapas oficiales, Vitoria pase a llamarse Gasteiz o Vizcaya se convierta en Bizcaia. Me preocupa mucho más la falta de planificación, la ausencia de unas reglas del juego comúnmente aceptadas, y debemos asumir que ello no se debe solamente a los vaivenes derivados de los gobiernos de Zapatero: llevamos muchos años de deterioro de la idea primigenia de aquel ‘café para todos’; demasiado tiempo de superposición de funciones, leyes y poderes, de gastos sin tasa, de virreinatos ya ni siquiera encubiertos.

Una vez más, se contempla la necesidad de un pacto de Estado entre los dos principales partidos nacionales, para que ambos, desde una posición de preeminencia, lleguen a un acuerdo posible (y deseable), con las formaciones nacionalistas y con el resto de los partidos españoles, que delimite las lindes y posibilidades del Estado autonómico. Seguir cerrando los ojos ante lo inevitable nos llevará a consecuencias indeseables que ni quiero imaginar aquí y ahora ni, menos, quisiera enumerar. Porque me da miedo.

6 respuestas

  1. Lo que me parece complicado en esta deriva de las concesiones es que el gobierno, por las vías más rocambolescas, esté transformando el estado por la puerta de atrás, sin atreverse a dar la cara planteando una reforma constitucional.

    Como usted dice, don Fernando, debemos plantear qué estado queremos, con qué organización territorial y qué con qué instituciones. Hace falta un marco que contenga las derivas y que deje claro a todo el mundo hasta donde podemos llegar.

    España no resiste tres legislaturas más con gobiernos negociando con los nacionalistas poder a cambio de concesiones.

  2. No soy nacionalista ni remotamente aunque sí autonomista. De hecho, creo que preferiría definirme como adepto al principio de subsidiariedad.

    Hay que replantearse seriamente el título VIII y habría que hacer una reflexión profunda sobre lo que significan las autonomías para cada Comunidad Autónoma, por qué es así y cómo hay que solucionarlo.

    Así, mientras que para Andalucía, Extremadura, las dos castillas, la C. Valenciana, Aragón, Ceuta, Melilla, Asturias, Cantabria y hasta las Canarias el título VIII significa un lugar de encuentro desde el cual desarrollar ese principio de Sub/sdad al que me refería, para País vasco, Catalunya y Galicia el título VIII en realidad es el disparo de salida hacia una quimera independentista, trasnochada y perjudicial que, de alcanzarse, acabaría por hundirnos a todos.

    No se me malinterprete: que haya independentistas y que quieran alcanzar tal régimen vía las urnas me parece perfectamente admisible en democracia, pero una cosa es una cosa y seis media docena. Mientras no haya un equilibrio institucional y constitucional que minimice los efectos de las servidumbres del sistema autonómico (principalmente en lo que se refiere a lo que para la mayoría es una distribución administrativa del poder según la lógica de la Sub/dad y para tres es un principio de reconocimiento histórico desde el cual avanzar hasta su independencia) y evite que partidos que representan a una (pequeña) parte del territorio tengan más capacidad decisoria y, por lo mismo, más poder «ejecutivo» que otros partidos de ámbito nacional que buscan una representación más cercana al «todos», esto no tendrá una buena solución.

    Como señala Mario y como se desprende de lo que escribe Fernando, tenemos que arreglar lo que está mal desde hace 35 años. No es lógico que partidos localistas obtengan mejor y máyor representación en el Congreso de Diputados con menos votos que los otros partidos ya citados. Debemos encontrar la manera de circunscribirlos al ámbito que les corresponde, esto es, sus propias CC AA lo que, necersariamente, pasa por convertir al senado en una cámara territorial y administrativa de verdad, y no esta cosa malsana que tenemos ahora y que apenas si sirve para que Pío Escudero nos regale sus piezas oratorias cada cuatro semanas.

    El asunto, el quid, la bicha, el nudo gordiano sin espada de Alejandro, es que el actual sistema «premia» con euros, con escaños, con ventajas parlamentarias y con subvenciones a los 2 partidos mayoritarios. Y no se van a dejar arrebatar ni una migaja de sus gabelas y menos aún para quitarles una herramienta de gobierno tan facilona como perjudicial: las cesiones a Euskadi y/o Catalunya a cambio de apoyos, apoyitos y apoyetes.

    Volvemos a nuestro objetivo B/bury: necesitamos promover (desde aquí, desde donde sea) una masa crítica social suficiente para que las personas que se dedican profesionalmente a la política se sientan, no ya concernidos, si no amenazados y para que la ciudadanía -tú, yo, este, ese, aquel, Fulano, Mengano y hasta Zutano- asuman como axioma básico que es la ciudadanía la que manda y los políticos los que obedecen y, si obtienen nuestra confianza, gobiernan vicariamente.

    Quién sabe si no sería también momento de revisar dos conceptos trasnochados: la prohibición del mandatpo imperativo que ha dado lugar a esa lepra que es la disciplina de partido en el parlamento y el concepto de aforado. me gustan más los sistemas en que los diputados y senadores están directamente relacionados en su gestión con los votantes que le han aupado hasta esa dignidad. Y me gusta que cuando un tribunal, del rango que sea, cita a un senador, diputado, ministro, consejero o presidente de diputación -por cierto, a ver si las borramos también de una vez y ahorramos de pronto unos 7.000 millones/año que es lo que nos cuestan estas instituciones obsoletas e inoperantes-, no exista el aforamiento encubridor y estos caballeretes -¿y damiseletas?- den la cara y rindan cuentas de sus actos y gestiones.

  3. Creo que en la «Teoria del Estado», hasta lo que yo sé (que no es mucho) está todo inventado ya; y este modelo de «Estado Autonómico» tiene todos los incovenientes de un estado centralista, y de un estado federal y ninguna de sus ventajas. Como diría el castizo, «no es ni chicha ni limoná».
    En España, mantenemos un estado centralista de maneras soterrada, pues la correpsonsabilidad de las autonomías es algo relativamente nuevo en estos 30 años de democracia, y no en todos los terrenos hoy día. el Estado sigue manteniendo una superestructura que duplica competencias ya transferidas, lo cual genera un aumento del gasto público innecesario.
    Por contra, las autonomías se comportan el la mayoría de los casos, como estados centralistas dentro de un estado autonómico, lo cual no deja de ser un contrasentido.
    Creo que la reforma constitucional es algo que se debará abordar más temprano que tarde, y empezar a llamar a las cosas por su nombre y dejarse de inventos más o menos afortunados. Si hay que ir a un estado federal, pues se vá con todas sus consecuencias; y la primera y más importante, es que las comunidades autónomas no son entes aparte del propio estado, son el Estado en si mismo considerado, con todas sus ventajas, pero también con todas sus responsabilidades.
    A los nacionalistas no les interesa un estado federal, pues eso implicaría que ya no pueden jugar su principal baza, el victimismo. Tampoco les interesa porque la federación lo primero que hace es poner un techo, hasta aquí se puede llegar, más allá te estás poniendo fuera de la Ley y de algo más; es lo que ellos dicen, café para todos.
    Creo que la reforma que se planteé debe ser valiente, y acabar con los fantasmas del pasado de una vez por todas. La única maneras de encajar Estatutos de Autonomía como el catalán dentro de un Estado, es la federación.
    Mención aparte merece el pacto que ahora se nos presenta, y que me hace formular una pregunta muy simple: el Estatuto vasco, en una Ley Orgánica, si las transferencias que ahora se dan, están contempladas en él, ¿de que estamos hablando?. Si están en una Ley Orgánica, es para cumplirse, y si no se ha hecho es por un ejercicio de cininsmo: «lo ponemos pero no lo cumplimos», por parte del Estado.
    Por cierto, las tan cacareadas aguas canarias no existen; las competencias en materia de aguas territoriales es del Estado, por lo tanto lo único que ha hecho el Gobierno Canario, es forzar al Estado para que cambie un Tratado que España nunca debió suscribir en esos términos pro parte del Gobierno Suárez (por aquel entonces jugando a los «no alineados»), y que asuma de una vz por todas su responsabilidad.
    Por cierto, que los UpyD se coman una papa, con eso del Estado Canario,…los Tratados cuando no interesan se denuncian…si hay h. para ello.

  4. Vamos al revés del mundo las tendencias mundiales son ir a la globalización y en España vamos al contrario vamos a potenciar lo mas pequeño, al final seremos 17 pequeños paises dentro de uno más grande, lo dicho al contrario de la globalización.

    Estoy de acuerdo con usted, se tiene que definir unas pautas para todos y no tener 17 marcos de educación, 17 marcos de sanidad, etc.

    Saludos.

  5. Efectivamente, como se plantea antes, vivimos en un sistema que se va improvisando día a día. No existe en los manuales una definición para el sistema que nos hemos dado. Y el estado de locura, de desorden, de caos, es palpable cuando se conversa informalmente con ciudadanos algo menos informados. Tenemos por ejemplo las Diputaciones que cita Pascua, que no son más que organismos caducos, pertenecientes a otra estructura y que nos cuestan un ojo de la cara y la mitad del otro, convertidos actualmente, salvo alguna excepción que con buena voluntad acepto que pueda haberla, en focos de corrupción y derroche irresponsable.

    Por otra parte, los ciudadanos aún no comprenden el sistema. Es normal encontrar a «votantes» de Rajoy, o de Rodríguez Zapatero, en Cádiz o en La Coruña….. cuando los únicos que pueden votar a estos personajes son los votantes de Madrid. La gente vive en la ficción de que puede votar al Presidente, no de España sino del Gobierno de España, sin reparar en que esa facultad nos fué arrebatada por los políticos. Son los diputados los únicos con capacidad para elegir al Jefe del Gobierno, y es el rey el único que puede nombrar candidatos para tal cargo.

    Finalmente, es sangrante el coste impresionante que tiene la duplicidad, triplicidad y hasta «cuatriplicidad» de funciones superpuestas en la estructura del estado. Si las competencias, por ejemplo, de Sanidad, están prácticamente todas transferidas a las Comunidades, ¿Qué hacen los cientos y cientos de funcionarios de este Ministerio? ¿Se reducen los Ministerios y las reparticiones del estado, en forma proporcional, cada vez que se ceden competencias?

    Acabo: Ya sea por escrito, o por tener la capacidad de hacerlo, todas las CC.AA. tienen la posibilidad de actuar según la «Cláusula Camps». Esto significa en la práctica que las CC.AA. con más tendencia a la independencia, logran del gobierno central algunas cesiones que durante unos meses se transforman en un factor diferencial. Al cabo de poco tiempo, las demás CC.AA. comienzan, apelando al principio de igualdad, a exigir exactamente las mismas cesiones que han conseguido las que tienen mayor capacidad de negociación. En un par de años, todas las CC.AA. están más o menos igualadas y aquellas más «veleidosas» «necesitan» diferenciarse del resto, por lo que el ciclo comienza nuevamente.

    Debemos detener esta locura.

    Un saludo,

  6. Mario, plas plas plas. Luego intentaré encontrar tiempito para añadir alguna coseja tonta. Entre tanto, Fernando, coño, el foro está tomando un nivel de narices; ¡a ver cuándo te marcas un libraco con tanta aportación ciudadana! (Es broma, ocurre que todavía estoy bajo los efectos narcóticos del rollo insulso y poco operativo que se ha calzado la Vice Salgado)

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