Las mil quinientas personas a las que hemos escuchado con mucha atención


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(en Valencia, con Mónica Oltra y mi ‘hermana periodística’ Amparo Tórtola)



(En Segovia, con el miembro de la Mesa del Congreso Juan Luis Gordo, Alvaro Gil-Robles y Julio Feo)el día de reflexión, m

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(en Barcelona, el día de reflexión, miembros de Sociedad Civil me achacaron ser ‘blando’ a la hora de enfocar el tema catalán)
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Desde que, en noviembre, apareció ‘El Desengaño’ y lo presentamos, a finales de ese mes, en el Club Siglo XXI de Madrid (con Margarita Robles, Pablo Casado, Miguel Gutiérrez de Ciudadanos y Carolina Bescansa de Podemos), hemos llevado a cabo catorce actos más de presentación en otras tantas ciudades españolas: Vitoria, Sevilla, Zaragoza, Barcelona –este, en plena jornada de reflexión–, Segovia, Salamanca, Bilbao, Alicante, Oviedo, Santander, Vigo, Ferrol, Toledo y Valencia. En total, mil quinientas personas han acudido a los debates montados en torno a la pura presentación del libro, casi un pretexto para precisamente discutir sobre la a mi juicio muy grave situación política que vive el país.

Quienes acuden son, por lo general, gentes ya de cierta edad, entre los cuarenta y cinco y los setenta años, que se expresan con educación, sin estridencias y con respeto a los autores y a los presentadores, que han venido siendo, estos últimos, políticos de todos los signos y/o colegas notables y, además, amigos.

Pero la moderación verbal no excluye un sentimiento muchas veces de preocupación y otras de desdén hacia los representantes políticos, y eso que a una mayoría de los que intervienen espontáneamente yo la consideraría cercana a los planteamientos del PP o, al menos, con posturas más bien conservadoras: noto un desapego claro hacia los actuales gobernantes de la nación, un desapego que se expresa de muchas formas, siempre con cierta cautela. Y noto también que cualquier fórmula que pudiese suponer una solución se acoge siempre con interés esperanzado. Incluso cuando Quevedo y yo proponemos una salida basada en la aplicación del artículo 152.2 de la Constitución (referéndum tras la reforma de un Estatuto de autonomía), la gente lo acoge con simpatía.

Y es que, me parece, hay ansia por encontrar puertas de salida al actual, muy grave a mi entender, como decía, ‘impasse’ político. La gente, mayoría sólida, silenciosa si se quiere, de talante conservador y edad mediana o incluso avanzada, tantea a ver quién le ofrece esperanzas. Los pocos jóvenes que acuden se expresan de manera más radical. Y, tal y como están las cosas, el PP y Mariano Rajoy ya no ‘venden’ esa mercancía de esperanza. Cuando decimos que hay que adoptar otros talantes –qué importante es el talante en políticos a los que hemos colocado allí con nuestro voto y a los que pagamos– y otros talentos, es la pura y dura verdad: a la gente, lo que hay no le sirve. Son muy pocos los que defienten el actual estado de cosas.

Creo que a Rajoy, en su torre de marfil, rodeado de pelotas a los que asusta la idea de perder sus poltronas, no le vendría nada mal darse un baño de realismo, escuchar a la gente –como el ejemplo de Churchill bajando al metro–. A Rajoy, y a los otros, que tanto presumen de contacto ‘con el pueblo’ y que lo único que hacen es rodearse de militantes aplaudidores allá donde van.

Le invitamos, señor Rajoy. Le invitamos, señor Sánchez, señor Iglesias, señor Rivera, a acudir a esos debates que reúnen a un centenar, centenar y medio, incluso menos, de personas a las que sus políticas interesan, o que desprecian sus políticas. Y escuchar a la anónima, buena gente que tiene mucho que decirles. Y que, insisto, les votan, o no, y les pagan, Montoro mediante, sí o sí. LO que les aseguramos es que estos ciudadanos les tratarán con el respeto que supongo que ustedes merecen, aunque a veces tengamos la sensación de que a nosotros se nos respeta muy poco.



(en Toledo, con el presidente García-Page y con la alcaldesa Milagros Tolón)
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